jueves, 18 de agosto de 2011

El genio de Juana Bacallao brilla todos los viernes en el emblemático El Gato Tuerto







Por Juan Mellado.
La Habana.
El Gato Tuerto
es uno de los locales con más feeling de la noche habanera con una variada presentación de actuaciones en directo de los cantantes más famosos de la Isla. El Gato Tuerto es un lugar donde el cliente puede además cenar y luego gozar con el elenco artístico.

Lo más granado del artisteo cubano se acerca cada noche por el local a presenciar las actuaciones. Así no es difícil ver desde Jorge Perrugorría, acompañado del puertorriqueño Benicio del Toro, Pablo Milanés, Kelvis Ochoa, Silvio Rodríguez José Luis Cortés y un largo etcétera.
Ubicado en calle O, entre 17 y 19, junto al Malecón y a espaldas del no menos emblemático Hotel Nacional, es visita obligada para el viajero primerizo y para los que repiten.

Inaugurado el 31 de agosto de 1960, después de ser remodelado a finales del pasado siglo se organizó, en el 2001 , el bolero más largo del mundo, con 76 horas de duración ininterrumpidas, siendo uno de los Récord Guinness realizados en Cuba.
Allí se le ofrece a las clientas una bebida muy afrodisíaca llamada El orgasmo del gato que, según dicen, da excelentes resultados.

Pero es la noche de los viernes cuando este local cobra más vida con la siempre esperada actuación de la genial artista cubana Juan Bacallao, Juana la Cubana. Con 86 años ya cumplidos ,nació en La Habana el 26 de mayo de 1925, Juana no canta, no baila, pero es un torbellino en el escenario que nadie puede perderse, algo así como era nuestra recordada Lola Flores.

Tal es la fuerza de Juana que espectadores como el que suscribe, poco dado al bailoteo, cuando me doy cuenta estoy allí junto a ella bailando, llamado por una fuerza sobrenatural y difícil de explicar. Como uno no es ni mucho menos bailarín del Tropicana, enseguida le llamo la atención y saca una sonrisita que yo diría es como cachondeándose de mí y diciendo “esta es mi víctima propiciatoria”.
Así es, cuando me vengo a dar cuenta estoy en el escenario a las órdenes de Juana la Cubana que me dice unos cuantos disparates y además aprovecha para purificarme en una ceremonia sólo destinada a los dioses .Perdonen por ser tan poco modesto. Allí me veo con todos los honores “humillado” ante Juana Bacallao. Mientras, suena una música que revive al más lacio y que uno nunca quiere que acabe.

La actuación de Juana termina yéndose del escenario hasta camerinos en medio de una música con ritmo desenfrenado y mientras se quita una de sus múltiples pelucas y masca tabaco, entre el delirio del respetable. Claro está que a este buen rato de espectáculo no le faltan un riego continuado de mojitos, cervezas Bucanero y un buen puro habano, pues allí dejan fumar, ea.

La próxima vez prometo volver al Gato Tuerto un viernes. Sé que ella me espera, ella me llama, lo presiento. Sí, quiero volver a reencontrarme con este torbellino al que todavía no la retira nadie. Hace escaso tiempo un periodista de La Jiribilla le preguntó que cuándo iba a dejar de cantar Juana Bacallao. A lo que ella contestó: -¡Eso es una falta de respeto de usted! Mientras que yo esté entera y tenga salud. Eso es lo principal. Mira mi cutis, mira mi cara.


1 comentario:

caritabaston dijo...

Juan, como me hubiera gustado, haber estado allí, entonces sí que se lía, es un lujo tirarse un bailoteo con Juana por como tu nos la presenta...Un saludo...TONY