sábado, 17 de noviembre de 2012

COMO UNA OLA


 

Por José María Fuertes


Me encuentro en Facebook esta foto que me emociona. La ha puesto Juan Mellado, el periodista maestro o maestro periodista. El que en los años de mis primeros discos cuidaba la cobertura informativa de este cantante en el que c...
reyó tanto y aún sigue creyendo, como si él presagiara que las mejores cartas aún no se han puesto sobre la mesa de esta partida que es vivir. Puede que quede un as en la manga, ¿quién sabe, ahora que escribo canciones con sabor a tiempo y se dirán con una voz que jamás tuve de sal y de oleajes y paz del horizonte?

Juan Mellado me acercaba a las buenas gentes de la costa de la luz a través de las páginas del Diario de Cádiz y del Diario de Jerez. Y a través de la radio, cómo no, la radio; la hermosa radio viva y verdadera por naturaleza, mucho más que la televisión, dónde va a parar.

Juan Mellado lo hacía todo desde Chipiona. Era nuestro lugar de encuentro para las entrevistas y las sesiones de fotos junto al famoso faro. Y fue allí donde me presentó a Rafa Guerrero, otro periodista de relevancia, el que está a mi izquierda en la imagen, y al que también debo gran apoyo y ayuda para hacer mis sueños realidad. Uno de ellos fue actuar en las fiestas del Moscatel.

Desde que era un niño había oído hablar de la presencia allí de los mejores artistas, lo mismo que en París acudían al Olympia. Quería curarme aquella vanidad de cantar en Chipiona y en el sancta sanctorum de su famosa feria; y era consciente de encontrarme entre quienes podían hacerlo posible. Ellos me alegaron el obstáculo que representaba poder pagar mi caché; pero el dinero nunca ha sido el gran móvil de mi vida. Salí a mi abuelo en eso, era la generosidad en persona. Estaba loco por cantar en Chipiona, a pocos días de salir la universal Virgen de Regla.

-¿Cuánto hay para mí? Pues ya está, que canto en el Moscatel.

Entre una lucha y otra, a través de una carrera tremendamente difícil -como todas las carreras musicales-, me estaba pasando lo mejor: tener amigos. A mí Chipiona me suena sobre todo a eso, a amigos, a grandes amigos como Miguel Gallardo, Marina Bernal, Miguel Caiceo, José Ignacio Mena y su mujer, Emilia…

Cada día y cada noche en Chipiona dan para tantas palabras como latidos. Son muchos. Aquel domingo en que me llevé en el coche de Marina Bernal a Laura y a Pepa, de la revista “Lecturas”, y no recuerdo ahora porqué, yo tuve que meterme por la puerta del maletero. No tuve precaución tomando el sol, no me puse crema protectora, y me tiré la madrugada con la barriga ardiendo como si fuera un horno calentando una pizza. También fue memorable una cena de todos con la popular y trianera Anselma (porque Anselma siempre es memorable). Y un desayuno con Rocío Carrasco. ¡Qué me gustaba, qué guapa! Pero, al verle en el cuello una señal de beso de aquellos que debe dar Drácula antes de darse un homenaje, presentí que ya la rondaba el que después resultó ser Antonio David. Y son inolvidables las inauguraciones oficiales de las calles dedicadas a Gracia Montes y a Juana Reina, moviendo Juan Mellado los hilos difíciles de los reconocimientos. Y la época de las tiendas de Miguel Gallardo y sus camisetas veraniegas, preciosas, que se las ponía todo el mundo. Y, sin ir más lejos, hace poco, la presentación de la novela “La última noche”, del médico Francisco Gallardo, en el castillo. Lo que nos pudimos reír para hacer ese viaje juntos Marga, Ana y Valle.

Mi querida Gracia Núñez hizo esa foto y otras. Yo no la tenía. Me queréis tanto que me dejasteis sin ella a la hora del reparto. Os la agradezco emocionado desde el sobresalto de contemplarla, al cabo del tiempo, como un espejo de mi suerte, mi inmensa suerte de haberos conocido haciendo el camino al andar con un buen puñado de ilusiones de cantante. Hemos de repetirla aunque sea irrepetible. Quiero que salgan con nosotros, cuando presente mi nuevo disco junto a mis hijas, Marta y María. Y que seamos seis, para llenarla de juventud y de futuro de más días en Chipiona, llamando a esa gran periodista que es Lola Rodríguez.

Y no tiene precio, amigos, que esta de aquel año, ante el mar, los tres felices, muy felices, me haya llegado en los momentos difíciles de España como si, mientras paseaba la playa de Regla, el ribete blanco de la espuma del agua me hubiera mojado los pies. Ha sido como una ola. Un abrazo. Pepe.

José María Fuertes

jueves, 23 de agosto de 2012

Reflexiones y razones para leer y releer “La última noche” de Paco Gallardo.-

Como la vida misma.-

Por Juan Mellado.-

Mis razones para leer y releer “La última noche” de Paco Gallardo, Premio Ateneo de Novela Histórica 2012, no están basadas en contenidos histórico-literarios o de crítica científica. Más bien son producto de una lectura desde el sentimiento y las sensaciones que me transmite este emotivo libro de Paco, médico, deportista, escritor y sin embargo amigo.

Dije también releer porque como los buenos libros cuando más se aprende es en su segunda lectura, al pararse uno de nuevo en cada párrafo y adquirir nuevos detalles antes no vistos. En esos detalles me baso para razonar y recomendar la lectura del libro.                                                                            

Mi primera impresión es lo llamativo de hacer protagonista de la historia a una mujer en una época en la que no se valoraba, lo que la engrandece máxime cuando ella reivindica el derecho a escribir sus memorias a escondidas y cuando Paco sabe magistralmente meterse en el alma femenina.

Es también el médico que escribe sobre una médico y que seguramente escribe sobre él mismo, salvando las distancias de género, trasladando su bonhomía al personaje de la protagonista Sara Avenzoar.

Muchas veces encuentras detalles en cualquier libro que de tanto repetir parece que carecen de trascendencia. En este punto me paro en el caso de los agradecimientos. Ahí es donde nos podemos perder o equivocar al no nombrar a personas, pero Paco Gallardo lo hace con quien lo tiene que hacer por derecho  propio, a su padre Francisco, “que habita en el séptimo cielo de mi memoria” y para María, su madre, para que sea eterna.

No tuve la suerte de conocer a su padre, pero a Doña María la admiro en su sinceridad aplastante.

Como de sinceridad está lleno el libro en cada párrafo que se desnuda para el lector.

Su personaje principal, Sara Avenzoar, dice:”Este manuscrito está destinado al olvido o al fuego voraz en el caso de ser descubierto”.

Efectivamente es una preocupación constante a lo largo de la historia, la quema de libros como ya se reflejara en la novela Fahrenheit 451 de Ray Brabdury y de la que Francois Truffaut hiciera una gran película.

Incluso en la sociedad actual y al ritmo que llevamos, pronto se podrá oír por ahí aquella noticia de “detienen en la vía pública a un hombre tras ser sorprendido leyendo, se le aplicaron agravantes al descubrirse que además era un libro”

Este problema no solo lo vivirá Sara, sino mucha más gente a lo largo de la historia a manos de sátrapas, dictadores, genocidas e ignorantes.

 Nuestra protagonista afirma además que “Los primeros recuerdos están grabados en la memoria con el color gris del miedo”. Otra constante de muchas sociedades en donde los aires de libertad brillan por su ausencia.

 
Aparece en el libro un personaje tan singular como Averroes que dice:

“Los músicos emiten sonidos al dictado de sus emociones y la magia surge cuando las notas provocan el mismo estado de ánimo en quienes las escuchan”

En mi opinión eso es lo que ha conseguido Paco Gallardo con su novela, trasladarnos su estado de ánimo, contagiarnos y emocionarnos.

También queda reflejado el mundo del vino. Así sobre el vino y la tradición dice el poeta y médico Abu Bakr:

“No es malo el vino sino el interior del hombre que lo bebe”

Lo que traducido en Román paladino es que el que es un hijo de la gran puta lo es con vino y sin vino. Además la gran diferencia entre un borracho y un imbécil, es que el primero se acuesta ebrio y se levanta fresco y el segundo no tiene solución.

Hace también aparición la fantasía. Así la esclava dice a la protagonista sobre su lejano país:      

“Hace tanto frío que las madres que paren en invierno retornan las criaturas a su vientre hasta que llega la primavera”   
Bueno, en la vida real las cosas son más prosaicas de lo que nos dibuja Sara Avenzoar en su historia. Precisamente tengo una buena amiga a la que los vecinos le daban las quejas por el porculo que daban sus sobrinos, unos niños muy traviesos.

Textualmente fue así: “Mira Regli dile a tu hermana que se meta los niños”... bueno ahí donde ustedes ya adivinan.
A lo que mi amiga Regli contestó con la cachaza que la caracteriza: “Mira fulanita, los niños son como los tapones de las botellas de champán pues una vez que salen no hay cojones de oso de volverlos a meter de nuevo”.

 

Aunque ambientada en el siglo XII, la novela contiene conceptos muy actuales, así el personaje Zubaydi dice”

“Los vestidos de una persona no lo enriquecen lo más mínimo cuando es poco lo que alberga el alcázar de su espíritu”

Sobre la realidad del poder dice Abu Bakr:

“Nada es más peligroso que un poderoso despechado”

Refleja además los atrasos y tabúes de aquella sociedad que podía bien ser la nuestra, como así aparece que nuestra heroína, Sara Avenzoar, tiene que enterarse de los secretos íntimos de la mujer tras leer el libro de Trótula.   

Por otro lado, la rebeldía de la protagonista no deja lugar a dudas:

“No había nada que me estimulara más que las prohibiciones de mi madre”.

Sara es culta, independiente, rebelde y crítica.

Contiene también el libro lecciones sobre lo políticamente correcto o las normas de sociedad. Es la realidad de la vida, lo que aquí llamamos la gran mentira. Así Abu Bakr le dice a su sobrina:

“No te preocupes princesa, te enseñaré a controlar tus emociones para que puedas hacer en esta vida lo que desees”

Sobre la vida, Sara desconocía además que en las reuniones de mujeres se podía decidir el destino de los caballeros más aguerridos como si fueran peones de un tablero de ajedrez.

Butayna, la esclava, remata: “El mundo es de las mujeres que aparentan obedecer a los hombres”

Es una novela también sobre el poder del lenguaje, así Sara dice:

“Comprobé que con la palabra se puede hacer más daño que con la punta de una flecha envenenada”

Es una novela que habla del ejercicio del poder  y de su coste:

“El poder agrieta la piel del alma”

Sobre la postura a tomar ante la profesión dice su abuelo cuando Sara es nombrada médico:    

“Nunca ocultes tu ignorancia tras la máscara de la importancia”

 Es una novela sobre el amor. En palabras de Sara:

“No busques el amor que no se encuentra, llega cuando tu corazón menos lo espera”

El amor es una batalla en la que no conviene poner en conocimiento del amado los resquicios por donde tu fortaleza puede derrumbarse”

Y una cita demoledora sobre las personas como por ejemplo cuando nombra a Averroes:

“Averroes se ocultaba sobre la máscara de la inteligencia para que el mundo no le hiriera más”

 El mundo de la sexualidad es a veces para mí tratado de forma jocosa, por lo menos eso me parece a mí desde la postura de un pícaro lector chipionero del Siglo XXI. La protagonista le pregunta a Averroes si existe el semen femenino:

“Aristóteles  lo niega y explica que el esperma del hombre es queso derretido por la temperatura del deseo, que se funda con la espuma que la mujer segrega con el placer”

Y ahí no me quiero extender más en las propiedades del requesón porque no quiero que confundan ustedes a Juan Mellado con Luis García Berlanga.     

 Habla también sobre la tragedia de ser honrado. Cuando el marido de Sara es enviado a la guerra por el califa, al despedirlo Sara se preocupa culpabilizándose:                               

“Me pregunté la causa por la que esta vida se ensaña con los que llevan en su corazón el diamante de la honradez”

En otro momento, es también demoledora sobre las habladurías de la gente:

“La gente que no tiene vida propia hurga en la de los demás para buscar consuelo de su propio fracaso”

Aparece además la palabra quemada¨

“Cuando Averroes llegó a Córdoba, sus  libros fueron quemados para general escarmiento a las puertas de la mezquita. La palabra quemada solo trae desgracias” (Abu Bakr)

 

Reflexiones sobre cómo se muestra la vida ante todos nosotros:

“He visitado nuestra casa y me ha entristecido verla, se ha convertido en un jardín de escombros y muros derruidos. Sentí pena en mi corazón. Acaso la vida sea solo eso, contemplar cómo se van derrumbando las cosas que nos han rodeado”

 
Conclusiones Finales:

Me llamó mucho la atención la existencia en la novela de LA CASA CONTIGUA:

“Era conocida  como la casa contigua porque en ella habitaban hombres y mujeres, de distintas edades, clase y condiciones, que se habían apartado al lado contiguo del mundo para ser felices”                       

 
 En la realidad muchos vivimos también en esa casa contigua ante la falsedad del mundo que no rodea, es nuestro último refugio porque como bien dice nuestra Sara “LA VIDA ES LO QUE NOS PASA Y NO LO QUE DESEAMOS QUE NOS OCURRA”.

 


Francisco Gallardo.-

Francisco Gallardo Rodríguez es médico de profesión, especialista en Medicina y Traumatología del Deporte. Ha desarrollado su carrera profesional en el Caja San Fernando de baloncesto, en la selección española de baloncesto, en el Club Sato Sport, en el Centro de Alto Rendimiento de la Cartuja, y durante veinticinco años ha investigado acerca de la Medicina en Al-Ándalus, lo que le llevó a crear su segunda novela “La última noche” donde este autor ha querido recrear la Sevilla almohade.

Sinopsis:

Al final de su vida, en el año 1195 de los cristianos y 589 de la Hégira, Sarah Avenzoar —nieta del famoso médico Abu Marwan Avenzoar y médico ella misma— rememora su infancia en Sevilla, rodeada de tratados de poesía y medicina: allí conoce a su abuelo Abu Marwan, recién llegado del destierro, y al ilustre Averroes, ante quien se hace merecedora de la iyaza, el permiso para atender y curar a mujeres y niños. Con el paso de los años Sarah se desplaza a Marrakech y ejerce la medicina en el harén del califa, donde se verá envuelta en las intrigas políticas entre almohades y almorávides, y en las no menos peligrosas intrigas de las mujeres del harén, algunos de cuyos secretos podrían acarrearle la muerte. Basada en el personaje histórico de la nieta de Avenzoar, La última noche es un viaje a la Andalucía del siglo XII y al imperio almohade que desde Marrakech gobernaba las dos orillas del Mediterráneo, un mundo fascinante donde la suntuosidad de Las Mil y Una Noches se mezcla con un inusitado desarrollo técnico y quirúrgico, de la mano de una de las primeras mujeres que practicó legalmente la medicina. Pero ninguna medicina puede curar las heridas del alma…






 

 

domingo, 29 de julio de 2012

Los gustos sexuales de la gente

Por Juan Mellado

Voy con un amigo por la calle y me dice: a esa le gusta que la orinen encima. Me quedo muy sorprendido porque la tal parece más una monja del Carmelo que otra cosa.

Sobre otra me entero que le gusta le peguen, donde sea pero que le peguen. Una más que le tapen todos los ojos menos uno, para no dejar lugar a dudas. También hay la que le gusta hacerlo en el ascensor, me imagino que por aquello del sube y baja. A otras hacérselo con el mejor amigo de su pareja porque eso da mucho morbo y fortalece el matrimonio.

Otra acuyá me enteran que le gusta hacerlo en el vestidor de las tiendas, con el dependiente o con cualquier incauto que entre inocentemente a probarse algo. Sobre una última que prefiere aquello embardunada de manteca colorá con chicharrones… y es que hay gente para todo.


Tanto es así que recientemente con motivo de la Romería del Pinar me encontraba incauto de mí en el porche de la casa de mi comadre y sucedió algo inaudito. Allí, cerca de Peritanda, creí escuchar lo que me parecía el rebuzno de un rucho por aquello de la cercanía de la naturaleza. Al continuar los sonidos agudicé el oído y ya me parecía una mujer enferma que se quejaba en la casa de al lado. Preocupándome tal tesitura por si la mujer necesitaba ayuda agudicé más el oído y llamé inmediatamente a mi comadre y su esposo que estaban en la cocina preparando unas viandas y ya no tuvimos duda. Ni era un rucho ni una mujer enferma, en todo caso era una “burra” a la que se la estaban metiendo sin anestesia. Coincidimos en que nunca escuchamos algo igual tanto en calidad como en potencia de sonido. Ahí estuvimos expectantes hasta la traca final que pareció como la de los cohetes de las fiestas patronales de Regla. Ante tal maravilla no tuvimos más remedio los tres que aplaudir aunque no les pudimos felicitar en persona.

Comentado el caso con otro amigo me afirmó que lo que habíamos oído era un “polvo pinareño de urgencia”, producto de los efluvios y calores de hacer el camino en la romería. El sistema utilizado es que ambos abandonan a sus respectivas parejas, que también van haciendo el camino, con cualquier disculpa banal y reaparecen un rato después hasta duchados . Nadie pregunta nada ni nadie se extraña de nada porque como todos van borrachos… Otro amigo me dice que esas personas no son de Chipiona, que aquí somos gentes  de orden y muy principal.

Independientemente de esta escena que presencié, bueno más bien escuché en directo, uno se pregunta, e intuye que ustedes también, ¿cómo puede ser de dominio público una cosa tan personal e íntimo y que debiera pertenecer al ámbito de la alcoba? ¿Son más cotillas los hombres que las mujeres?

Imagino que los hombres por ese espíritu conquistador alardean ante los amigos íntimos y al final lo saben el butanero, el cartero, el fontanero...

Los hombres, más lenguaraces, mientras que las mujeres son catedráticas en el arte de la omisión, el ocultismo, la comedia o drama, según convenga y un tanto taimadas.  Tal es así que un probo ciudadano puede sorprender en el inte a su mujer con un cachas y ella a pesar de la evidencia asegurar que el tal es un monje del Císter que practica aquella filosofía de San Agustín de “Ora et labora”.  Aunque para monje estaba el ruso Rasputín al que tienen sus atributos guardados en un frasco de formol para recreo de sus admiradoras/res.

Llegado a este punto también me pregunto ,¿tienen las mujeres entre ellas estas mismas conversaciones?Dirán, ése que va ahí es pichicorto o aquel se la tienen que amarrar como una canana de los pistoleros, o más bien ese es experto en gatillazos y de uno más allá que es voyeur, nada que ver con el Boyer ése..

Son dudas que me asaltan  como me imagino a cualquier mortal, sobre todo en este Gran Hermano al que pertenecemos en la sociedad de ayer, de hoy y de siempre.

Finalmente, creo que no he hablado de mis gustos sexuales pero para qué si seguramente lo saben ustedes mejor que yo.