viernes, 26 de agosto de 2011

Dr. Pirata. Nazis en la costa gaditana




Por Lina Romero

Luis Gurruchaga Iturria.


Frederiche von Freienfels pasó a ser el doctor Luis Gurruchaga Iturria cuando se refugió en Chipiona. El médico pronto se hizo popular entre los lugareños por su enorme carisma y su gran profesionalidad.

Gran número de nazis que huyeron de Alemania tras la caída del III Reich, buscaron refugio en España, concretamente en la costa gaditana. Con documentación falsa a su alcance en un régimen permisivo, fueron aparcando de incógnito; la mayoría en Zahara de los Atunes. El doctor Gurruchaga escogió Chipiona. Frederiche von Freienfels, de frontera para arriba; Luis Gurruchaga Iturria, natural de San Sebastián con credenciales, en España. Milagros de la burocracia.


Se le asignó la dirección del sanatorio Santa Clara, en Punta Camarón, a un tiro de piedra del Santuario de Nuestra Señora de Regla. Gurruchaga eran un genio de la medicina. Era un médico que curaba a desahuciados y recomponía miembros afectados, como el mejor de los mecánicos pudiera hacer con una chatarra. Pronto se hizo popular entre los lugareños por su enorme carisma y profesionalidad. Atlético de complexión y fácil sonrisa, emanaba confianza y cordialidad. Y nadie sentía curiosidad por su pasado que Luis se cuidaba de camuflar. No hablaba de su familia ni desplegaba fotos a su alrededor. Llegado el momento, su mirada azul acero cortaba cualquier atisbo de interrogatorio.


Solía recorrer Chipiona a lomos de un asno, tocado con un 'fez' marroquí compartiendo 'castoras' (vasito de medida concreta donde se sirve el vino allí), con pescadores y profesionales. Fue un personaje curioso que se hizo querer y respetar. Solo tres personas llegaron a penetrar las puertas de su hermetismo, dos hombres y una dama. A estos privilegiados confidentes les hacía partícipes de sus pasadas vivencias, cuando era el doctor F. von Freienfels, distinguido miembro de las S.S., actuando en campos de exterminio: Dachau, Mauthausen, o Auschwitz. Donde los médicos llevaban a cabo atroces experimentos. Ensañándose con los prisioneros rusos. Todo estaba permitido en aras de la ciencia.


Detalles menos escabrosos, Luis contaba cómo eran utilizadas las cabelleras de las mujeres para tejer calcetines para las tripulaciones de los submarinos U-Boat, o las piezas dentales de oro de los prisioneros con las que se reparaban las de tropas alemanas.


También desveló cómo había gaseado un tren repleto de judíos con destino a un campo de exterminio. Luis tenía órdenes de conducir a los prisioneros a su trágico final. Pero él optó por adelantar el inevitable holocausto, a sabiendas de lo que les esperaba al final del trayecto; así que confinó a los condenados en los vagones en los que ordenó filtrar el gas hasta eliminarlos. No se jactaba de ello, más bien era un abrir el paso a los fantasmas que le perseguían desde entonces.


Freienfels había cruzado los Pirineos abandonando su bagaje de maldades al otro lado, Gurruchaga no era el mismo.


Una plácida tarde del mes de agosto, día de Santa Elena, ocurrió la trágica explosión de polvorines de Cádiz. Los cristales crujieron en Chipiona y el estruendo alteró la celebración de la Santa. Entonces, en el preciso instante en que se localizó el lugar del suceso, en Cádiz capital, Luis Gurruchaga saltó a su vehículo portando sus instrumentos y enfiló la carretera hacia el caos. El doctor permaneció día y noche auxiliando a cuantos le necesitaban, hasta caer exhausto. Salvó muchas vidas; ¡Demasiado tarde para redimir su pasado! Pero los que se escondieron en Cabo Plata, hicieron menos.





Por entonces, Luis había adquirido un yate sin grandes pretensiones, que conservaba fondeado en el puerto de Chipiona. Era una embarcación en la que Gurruchaga llevó a cabo algunos retoques mínimos con ayuda de Cuquito, un carpintero de rivera. Solo ellos conocían los entresijos de aquel barco. El doctor lo sacaba a la mar en tiempo libre cargado de enfermeras guapas voltejeando sin riesgo. Pero algunas tardes, Luis abandonaba puerto a la caída del sol tras la peña de Salmedina, en compañía de un marinero de su confianza: el Faisco, y se perdían mar adentro en dirección al Estrecho de Gibraltar, llegando al puerto de Tánger, donde comenzaban sus noches de frenética actividad. La embarcación contaba con un compartimiento adosado a la quilla al que se accedía por una trampilla bajo una alfombra, con la apertura suficiente para que una persona pasara con carga limitada. Así lo utilizaba Luis para contrabando de radios y tabaco. Finalmente, regresaba a las playas de Chipiona, donde le esperaban sus contactos con vehículos para transportar la mercancía.

Continuó con esta rutina hasta que se le ocurrió un sistema más rentable. Esperar merodeando por el Estrecho, a que en plena noche cruzaran otras embarcaciones contrabandistas. Las asaltaba, reduciendo a sus tripulantes, les robaba la carga que podía, emprendiendo la huida con el botín. Hasta que se le gastó la suerte de tanto usarla. Tuvo lugar un incidente con otro yate, el Jess B, y fue apresado por la policía marroquí, confinándole en el Lazareto de Malabata con una condena de cinco años de internamiento. Que se redujo a pocos días puesto que escapó. Esta odisea dio origen a su sobrenombre de Dr. Pirata. Era un personaje de leyenda, moderno Robin Hood, puesto que atendía generosamente a los necesitados de Chipiona con sus 'ganancias'. No recuerdo como se solucionó su situación legal. Regresó a Chipiona y fue obligado a dimitir de su puesto de director del sanatorio, rompiendo el corazón de sus enfermeras. Se esfumó el Dr. Pirata dejando una sonrisa en los labios de cuantos le conocieron en Chipiona. Quienes recordaban anécdotas sobre él.


Luis tenía una bala alojada en un recoveco de su espalda y cuando le acuciaba el dolor, se encerraba en su despacho con una botella de brandy y seguidamente, se dedicaba a disparar con un arma contra techo y paredes, dejándolas llenas de muescas (a mí me divertía infiltrarme en aquel su santuario, y acoplar las yemas de mis dedos a esas 'heridas en la pared', como yo las consideraba. Puro morbo infantil).


Transcurrieron años hasta que, casualmente, nos encontramos en Madrid. Luis Gurruchaga se había casado con una señora extremadamente religiosa y vivía en el barrio de Salamanca. En una mansión fuertemente protegida, rodeado de imágenes de vírgenes y santos, crucifijos y rosarios por doquier. Practicaba medicina privadamente y contaba con una exquisita clientela. Pero… siempre hay un comando israelí, que ni olvida ni perdona, con sorprendentes recursos de localización de nazis 'perdidos'. Así descubrieron a Freienfels con el propósito de enfrentarlo a las cenizas de un holocausto que reclaman el saldo de una deuda dormida, no cancelada.


Principiando con enviar un obsequio al Dr. Gurruchaga, bellamente empaquetado, por un mensajero uniformado. Luis lo recibió confiadamente pero de inmediato lo depositó sin abrir sobre una silla en el hall, y llamó a los artificieros. Efectivamente, era un explosivo.


El segundo intento por parte del 'enemigo' fue más doloroso. Cierta noche acudió a su domicilio un chófer que se identificó como enviado por uno de sus pacientes más leales, con el ruego de acudir a prestarle ayuda. Luis estaba habituado a estos requerimientos por parte de sus clientes que recompensaban la molestia con generosidad. Se cambió de ropa y alcanzando su maletín de piel negra, lo acompañó subiendo al vehículo que esperaba frente al portal. Relajado, inquirió: ¿Qué le ocurre a su señor? ¿Por qué no me ha llamado él? Estaba muy angustiado, me ordenó que lo llevara inmediatamente, respondió el chófer y continuó conduciendo. Tanto condujo, que sacó a Luis de Madrid a toda velocidad. Este se percató de la encerrona demasiado tarde. Con las puertas herméticamente cerradas y el cristal divisorio interior subido, llegaron a un punto en plena oscuridad, donde esperaba otro coche. Cuatro hombres le hicieron bajar y comenzaron a propinarle una salvaje paliza. Finalmente, creyéndole muerto, le empujaron por un terraplén al otro lado de la cuneta, al tiempo que murmuraban: Te buscamos y te encontramos. Te hemos juzgado, condenado y ejecutado. ¡Así de fácil! Ahora, vamos a continuar la cacería. Y Luis perdió el sentido. Los comandos israelitas no actúan de esta forma, por lo que se sospecha, fue labor de mercenarios, de algún pariente resentido de víctima del holocausto; puede ser que un superviviente del horror…


Pero Luis pudo contarme su odisea, tal vez alguno de los santos que presidían sus estanterías lo mantuvo vivo hasta su rescate. Un santo con uniforme de policía de tráfico. Gurruchaga surgió de lo imposible como un James Bond o un Indiana Jones (aunque con los genitales inservibles…).


Lo último que oí de sus labios fue: "He vivido mucho y he amado mucho. A mi patria, a las mujeres y el riesgo. Estoy cansado de huir de los demás y de mí mismo".
Entonces, le perdí el rastro definitivamente.
Lina Romero

PD. La autora de este artículo fue en su día entrevistada en Tele Chipiona en el programa "La hora de Juan Mellado",donde ya desveló la historia de este personaje que tan bien hoy describe en las págimnas de Diario de Cádiz.

miércoles, 24 de agosto de 2011

La bendición de Sor Loli.-


Por Juan Mellado y Miguel Gallardo.

Ha estado con nosotros nueve años. Parece que fue ayer cuando llegó al hogar de acogida infantil San Carlos de Chipiona una jovencita cargada de ilusiones, con mucho amor y cariño para dar a los niños. Es Sor Loli, perteneciente a la Orden de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul. Un nuevo destino la lleva a otros retos no menos interesantes para esta mujer que como muchas de su Orden solo tiene en su mente el hacer el bien y servicio a los demás.

Durante todo este tiempo Sor Loli ha sabido ganarse con su trabajo y su singular simpatía al pueblo de Chipiona. Sor Loli ha sido en estos años la madre que esos niños desvalidos no tenían. Nunca perdió su ilusión y ni en los momentos más difíciles su sonrisa. Esa sonrisa sinónimo de esperanza para aquellos que hasta antes de conocerla no esperaban nada.

En más de una ocasión vi a Sor Loli con un bebé en sus brazos recién llegado de una patera. Era todo un acontecimiento de amor ver esa escena en la que cualquiera que no la conociera pudiera pensar que ella misma había parido el niño. Sor Loli con los niños en la playa, Sor Loli aupándolos para ver la procesión de la Virgen de Regla ,Sor Loli con los chiquillos al colegio, Sor Loli comprando ropa, Sor Loli, madre y amiga.

Muchas han sido sus vivencias en la enfermedad, en la educación, en el cuidado de estos niños, con los que también ha disfrutado en los momentos de ocio. Sor Loli se llevará en su mente ese grato recuerdo de las carrozas en las cabalgatas de Reyes Magos,- en ese día tan importante para la ilusión de sus niños-, los paseos en coche de caballos, el ver como los niños disfrutaban simplemente tomándose un helado…en fin las cosas sencillas de la vida de las que muchos de estos chiquillos no podían alcanzar.

Con todo, Sor Loli es solo un granito de arena dentro de esa gran obra que es las Hijas de la Caridad, una Orden religiosa dedicada en todo el mundo a los sin techo, a los desvalidos ,a los enfermos, a los comedores sociales y a todas aquellas personas necesitadas de un apoyo moral. Sor Loli es solo una pequeña, una mínima expresión de una obra que la supera y que aquí en la eterna Chipiona tiene su representación en el Hogar de Acogida de San Carlos con Sor Puri como directora.

Se va sin hacer ruido, sin anunciarlo siquiera, con la humildad que caracteriza a las buenas personas y su interiorizado voto de obediencia.
Se va, no con la frente marchita como diría el tango, sino con la renovada ilusión de seguir haciendo el bien. Otros niños la esperan, otros niños la necesitan. Allí ,en cualquier parte del mundo, donde haga falta, estará una Hija de la Caridad.
En el momento de la despedida nos dio su bendición. Fue un momento mágico, algo difícil de describir. Son los momentos en los que uno piensa que Dios existe.

domingo, 21 de agosto de 2011

A ti,Narciso Montalbán (*)





Por Juan Manuel Palacios Vital

Cuando se alarga la vida, y las facultades físicas y mentales, empiezan a flaquear, con frecuencia con la carga de sabiduría que suele llevar, así como en ciertos casos, llevar algún acumulamiento de ciertos caudales, según como le haya ido la vida, en lo patrimonial, más que la alegría de haber alcanzado la ancianidad, en algunos casos ni la riqueza de la sabiduría, ni la patrimonial, libran a estas personas de un final triste, amargo.

Las personas, que en estos momentos viven la ancianidad, suelen ser personas que el pasar de los días, meses, y años fueron muy duros, motivada por una guerra, fruto de la ambición fascistas, que se cebaron en los pueblos, con mujeres y hombres que en sus coherencia de ideologías, como el deseo de salir del subdesarrollo cultural, económico e industrial que padecía la Andalucía de la época, dominada por unos cuantos terratenientes.

Algunos Hombres y mujeres dichas, fueron maltratados, vilipendiados, viendo estos como compañeros, hermanos y padres, se lo llevaron a las tapias del Cementerio del pueblo, carreteras, algunos de ellos, tuvieron la suerte de poder seguir viviendo, aun con el mal trago de saber, que por defender sus ideales, sus padres fueron asesinados, y ellos seguir viviendo, luchando, y trabajando para sacar a su familia adelante, con el acoso laboral y social que la dictadura fascista de Franco, y sus franquitos de los pueblos.

Hace días, por la calle Isaac Peral, tuve el atrevimiento de saludar y hablarle a uno de esos hombres luchadores, encarcelado, y tener que ver como los asesinos Franquistas mataron a su padre. Si bien lo veía con cierta frecuencia, no tenía relación social, política, ni de amistad como para poder hablarle, aunque me entere hace tiempo que se tuvo que ir de Chipiona, por motivos familiares.

Al verlo de vuelta del ¡DESTIERRO¡, no me pude contener, dándole mi saludo y mi enhorabuena por volver a Chipiona, su pueblo, me preguntó quién era yo, y cuando le dije mi nombre y apellidos, y con sus mas de noventas años, me reconoció, me pregunto que como sabia yo su ¡destierro¡, al cual le contesté, que por habladuría urbana, aunque teniendo solo esa versión y siendo dolorosa la que yo tenía, consideraba que sería mejor dejar el tema, el cual me contesto que no, manifestándome los motivos, coincidiendo en lo yo que me había enterado.

En el trayecto del grato paseo que tuve, (por ir acompañando de tan ilustre persona) también me recordó con gran satisfacción, el homenaje a los hombres y mujeres asesinados, por defender la constitución por los tiros de los fascistas en el Cementerio Municipal, carreteras, entre ellos su propio padre, por las libertades y en defensa de la restitución de la República, la que defendió, lucho, y a sus noventas años sigue luchando.

A ti Narciso Montalbán, en razón de justicia, espero que los partidos democráticos de Chipiona te homenajeen, al Comunista convencido, al luchador por eliminar entre los hombres las clases, al maestro carpintero, al dolor de su vida pasada, al ser prudente incluso en la adversidad de tus últimos momentos, y vicisitudes, de los tiros en tu frágil (por edad) corazón.

(*) Narciso Montalbán falleció el pasado mes de abril de 2011
En la foto aparece de pié junto al también fallecido José Mellado

jueves, 18 de agosto de 2011

El genio de Juana Bacallao brilla todos los viernes en el emblemático El Gato Tuerto







Por Juan Mellado.
La Habana.
El Gato Tuerto
es uno de los locales con más feeling de la noche habanera con una variada presentación de actuaciones en directo de los cantantes más famosos de la Isla. El Gato Tuerto es un lugar donde el cliente puede además cenar y luego gozar con el elenco artístico.

Lo más granado del artisteo cubano se acerca cada noche por el local a presenciar las actuaciones. Así no es difícil ver desde Jorge Perrugorría, acompañado del puertorriqueño Benicio del Toro, Pablo Milanés, Kelvis Ochoa, Silvio Rodríguez José Luis Cortés y un largo etcétera.
Ubicado en calle O, entre 17 y 19, junto al Malecón y a espaldas del no menos emblemático Hotel Nacional, es visita obligada para el viajero primerizo y para los que repiten.

Inaugurado el 31 de agosto de 1960, después de ser remodelado a finales del pasado siglo se organizó, en el 2001 , el bolero más largo del mundo, con 76 horas de duración ininterrumpidas, siendo uno de los Récord Guinness realizados en Cuba.
Allí se le ofrece a las clientas una bebida muy afrodisíaca llamada El orgasmo del gato que, según dicen, da excelentes resultados.

Pero es la noche de los viernes cuando este local cobra más vida con la siempre esperada actuación de la genial artista cubana Juan Bacallao, Juana la Cubana. Con 86 años ya cumplidos ,nació en La Habana el 26 de mayo de 1925, Juana no canta, no baila, pero es un torbellino en el escenario que nadie puede perderse, algo así como era nuestra recordada Lola Flores.

Tal es la fuerza de Juana que espectadores como el que suscribe, poco dado al bailoteo, cuando me doy cuenta estoy allí junto a ella bailando, llamado por una fuerza sobrenatural y difícil de explicar. Como uno no es ni mucho menos bailarín del Tropicana, enseguida le llamo la atención y saca una sonrisita que yo diría es como cachondeándose de mí y diciendo “esta es mi víctima propiciatoria”.
Así es, cuando me vengo a dar cuenta estoy en el escenario a las órdenes de Juana la Cubana que me dice unos cuantos disparates y además aprovecha para purificarme en una ceremonia sólo destinada a los dioses .Perdonen por ser tan poco modesto. Allí me veo con todos los honores “humillado” ante Juana Bacallao. Mientras, suena una música que revive al más lacio y que uno nunca quiere que acabe.

La actuación de Juana termina yéndose del escenario hasta camerinos en medio de una música con ritmo desenfrenado y mientras se quita una de sus múltiples pelucas y masca tabaco, entre el delirio del respetable. Claro está que a este buen rato de espectáculo no le faltan un riego continuado de mojitos, cervezas Bucanero y un buen puro habano, pues allí dejan fumar, ea.

La próxima vez prometo volver al Gato Tuerto un viernes. Sé que ella me espera, ella me llama, lo presiento. Sí, quiero volver a reencontrarme con este torbellino al que todavía no la retira nadie. Hace escaso tiempo un periodista de La Jiribilla le preguntó que cuándo iba a dejar de cantar Juana Bacallao. A lo que ella contestó: -¡Eso es una falta de respeto de usted! Mientras que yo esté entera y tenga salud. Eso es lo principal. Mira mi cutis, mira mi cara.


sábado, 6 de agosto de 2011

El Submarino Amarillo: Una propuesta cultural en La Habana para los amantes de la música de Beatles -


























El local es cita obligada dentro del circuito musical habanero.-

Por Juan Mellado.


La Habana también tiene su encanto musical: una vieja aspiración es el Submarino Amarillo desde la esquina que conforman las calles 17 y 6 del Vedado , donde habitan desde el pasado 5 de marzo, los cuatro grandes de Liverpool, un nuevo centro cultural que lleva la marca inconfundible de los Beatles, como muestra de su legado para la memoria musical de la Isla.

El que esto escribe, un servidor de ustedes, conoció el pasado mes de julio este local lleno de encanto, ubicado además junto al parque Lennon, donde se encuentra la estatua del genial músico. Abren a las nueve de la noche. Una hora antes se forma una cola para coger sitio y entrar. Es lo que allí se llama “marcar” y aquí “dar la vez”.

El público es muy heterogéneo, desde importantes músicos, sinfónicos, roqueros, trovadores, pintores, poetas, narradores, cineastas, periodistas, jóvenes y sobrevivientes de los 60, beatlerianos y viajeros que se dan cita en este local.
El precio o Cover para entrar es muy barato, dos cuc, y las bebidas no son caras y de buena calidad. Aunque lo mejor es su ambiente: un local decorado con fotografías, dibujos, citas y creaciones en torno al cuarteto de Liverpool.

Una cuidada selección de videos musicales de los 70 y 80 preferentemente y la actuación de un grupo distinto cada día hacen las delicias del visitante. La norma del Submarino es que cada grupo cante preferentemente un 50% temas de Beatles. En el día de mi visita, anunciaban la actuación de “Los Gafas”, un grupo conocidísimo en Cuba desde 1968.Ellos están ya muy creciditos pero ponen delante a dos jóvenes chicas que cantando están a reventar y de lo otro también. Con esa tarjeta de visita les perdono el llamarse los Gafas. Bromas aparte, Los Gafas son unos auténticos profesionales que dirigidos por Efraín Rodríguez hacen las delicias del auditorio que al final acaba bailando sus canciones. Un mes después todavía recuerdo ese ambiente sano de la noche habanera y prometo volver si Yemayá lo tiene a bien.

El periodista y crítico Guille Vilar y el investigador Ernesto Juan Castellanos, son los encargados de la producción musical, de este nuevo espacio cultural “diseñado para el recuerdo y la justa evocación del grupo y su obra, que es y ha sido —al decir de uno de sus principales promotores, el propio Guille Vilar —, parte imprescindible de nuestra cultura nacional”.

El Submarino Amarillo se convierte así en un atractivo sitio que al que acudir en las agradables noches habaneras .Al abrir la escotilla del nuevo recinto se deja escuchar su música. Volvemos a encontrarnos con lo mejor de la música de Beatles. Los diseñadores de este local han sido Elizabeth Rojas, Maikel Sánchez y Rafael Mateu, por encargo de la empresa estatal Artex.


Para el músico cubano Leo Brower que celebró sus 72 cumpleaños en la inauguración del local “los Beatles significaron un salto de calidad tan grande que se tornaron en ejemplo universal. La música popular en su mayoría puede ser repetitiva, mimética, y su relación con el dinero muchas veces es sospechosa. Eso no ocurrió con los Beatles. Se separaron de la industria del disco”.


El escritor y periodista Gabriel García Márquez escribió en una ocasión: “tengo la impresión de que el mundo fue igual desde mi nacimiento hasta que los Beatles empezaron a cantar. Todo cambió entonces. Los hombres se dejaron crecer el cabello y la barba, las mujeres aprendieron a desnudarse con naturalidad, cambió el modo de vestir y de amar...”.

El Sargento Pimienta y su banda de Corazones solitarios se han establecido definitivamente en La Habana, en un Submarino Amarillo, desde donde no se dejará de escuchar: We all live in our yellow submarine / Yellow submarine, yellow submarine. / And our friends are all on board / many more of them live next door / and the band begins to play".


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Fuente:
-Elaboración propia y a partir de un texto de Nirma Acosta y René Hernández en La Jiribilla