El docente fue un gran innovador educativo en una época difícil en la que escaseaban medios.-
Por Juan Mellado.
Sus alumnos siempre lo han reconocido como un gran maestro pero las instituciones públicas aún tienen en su debe el otorgar una distinción a la figura del ya desaparecido D. Amalio Vicente de Castro, considerado por los que le conocieron como un gran innovador pedagógico en una época en la que escaseaban los medios. En Chipiona D. Amalio Vicente es recordado por su labor educativa en el Grupo San Miguel institución desde la que aupó a numerosos niños chipioneros a estudiar el Bachiller en Sanlúcar para lo que los preparaba incluso gratuitamente. De la mano de D. Amalio Vicente salió una gran hornada de licenciados de las diversas ramas y otro sin fin de trabajadores honrados.
Muchos años antes de su muerte por enfermedad, la emisora municipal de radio en Chipiona le reconoció su labor dentro de sus Premios Populares en la gala de 1996, a la que asistieron numerosos compañeros y ex alumnos. En aquella gala, el que suscribe glosó la personalidad de D. Amalio Vicente como un adelantado a su tiempo ya que en una época en la que la letra entraba con sangre, D. Amalio no necesitaba de eso y desterraba que los niños tuviesen el clásico terror de entonces de ir al colegio. Supo hacer que los niños se divirtieran aprendiendo y les hizo partícipes de la vida del colegio. En un mundo memorístico y de “niño, eso no se pregunta”, para D. Amalio no existían preguntas difíciles o impertinentes y el palo sólo lo utilizaba para señalar en mapa una de sus tierras de adopción, La Coruña.
En aquel tiempo D. Amalio enseñó a los niños a pensar, lo que no es poco ni baladí. Enseñó también a exponer temas ante el resto de la clase, algo desacostumbrado porque hasta entonces el protagonista siempre había sido el maestro. Recuerdo que cada uno expusimos los temas según nuestras posibilidades. Con gran cariño recuerdo la conferencia que nos dio “El Piru”, Antonio Pereira Gómez. Fue sobre el Real Betis y comenzó diciendo que el Betis era el único equipo de España que se llamaba Balompié. Un servidor, que ya entonces amenazaba sin saberlo con el periodismo, dio una repipi conferencia sobre la Segunda Guerra Mundial.
El trabajo en grupo fue novedoso y gratificante para los alumnos que pasaron de ser un número de la lista a protagonistas del proceso educativo. La lectura crítica de la prensa y la confección de periódicos fue otro nuevo mundo descubierto. En aquella época un servidor ya pertenecía al sindicato del crimen.
Memorables eran los recreos en el pasí con aquellos interminables partidos de fútbol, en los que el Cagüe era mortal rematando de cabeza, Juan el Tabalón de chilena, Piru en su remate o el Chuchú marcando goles de cabeza con las manos, algo que yo también sabía hacer.
D. Amalio nos llamaba desgañitado por la ventana del colegio pero nosotros ni mirábamos y seguíamos jugando al fútbol. Él estaba en su papel y nosotros en el nuestro.
Otro mundo nuevo que tuvimos oportunidad de descubrir fueron las clases mixtas de niños y niñas, sobre todo en una edad que nuestra mirada empezaba ya a perder la inocencia. Recuerdo que durante un tiempo me pusieron de compañera de banca a Cecilia, una bella rubia a la que nunca he vuelto a ver después del colegio.
D. Amalio nunca abandonaba a sus alumnos hasta que los dejaba colocados en el instituto o se sacaban su graduado. No tenía vicios D. Amalio, el Piru decía con mucha gracia que se emborrachaba de café. Algunos que no teníamos padre nos equivocábamos y le decíamos “opá”, pero no importaba, como si lo fuera.
El PA pidió en su día que el nuevo instituto se llamase Amalio Vicente pero los que tenían en su mano esa denominación pusieron otra.
Biografía profesional de D. Amalio Vicente de Castro.-A petición de este redactor, uno de sus hijos José Máximo, nos hizo llegar esta envidiable biografía.
Amalio Vicente de Castro nació el 27 de julio de 1935 en la vecina localidad de Sanlúcar de Barrameda. Su infancia estuvo acompañada de sus padres, D. Máximo, natural de Zaragoza y veterinario den la zona de Sanlúcar y su madre Amalia, natural de Chipiona, así como de sus cuatro hermanas.
D. Amalio pasó sus estudios de la infancia en el colegio con buenas notas. Hizo el Bachillerato en los salesianos de Utrera donde la disciplina era bastante estricta. Con esto supo aprovechar sus estudios y realizar la carrera de Magisterio en la ciudad de La Coruña, lugar a donde fue a vivir con sus padres.
Se graduó como maestro y perteneció a la primera promoción de Alfabetizadores de Adultos. Fue nombrado Coordinador de Zona del Ayuntamiento de Vimianzo (La Coruña). Ejerció en la localidad de Puente del Puerto y en la escuela nacional La Canteira de la Coruña en 1962. Colaboraba mensualmente con la inspección de alfabetización con informes sobre la resolución de dificultades que se presentaban en el transcurso de la campaña. A instancias de la inspección efectuó un trabajo sobre experiencias de un año de alfabetización. Por tal motivo recibió numerosas felicitaciones y premiados en los dos cursos siguientes a trabajar el ultimo trimestre de cada curso en la inspección de alfabetización de La Coruña. Al finalizar el tercer curso de esta campaña fue recompensado con un premio en metálico, entre otras razones por haber instaurado en su zona la primera Pequeña Universidad donde los alfabetizados podían seguir ampliando sus estudios.
En septiembre de 1966, ya en Chipiona, comienza a ejercer en la agrupación escolar La Caheta pasando luego al Grupo San Miguel hasta la unión con el colegio Cristo de las Misericordias. Cabe destacar que fue de los pocos maestros que después de las horas de clase establecidas continuaba para los más atrasados totalmente gratuitas. Según su hijo José Máximo, aún recuerda la salida de D. Amalio por la mañana para el colegio, el regreso a comer y marcha de nuevo hasta el oscurecer. Era el último en salir del colegio y así lo recuerdan igualmente muchos de sus alumnos.
Trabajó en las campañas de Promoción del Trabajador en clases nocturnas y fundó con otros compañeros el “Grupo San Miguel” academia de verano de primaria y bachiller con dos principios fundamentales: que en ella podían trabajar con igual remuneración todos los compañeros que lo desearan y precios reducidos para los alumnos chipioneros.
Entre otros trabajos realizados en Chipiona destaca un estudio socioeconómico sobre los factores que inciden en el rendimiento y comportamiento de los alumnos, análisis sobre horario escolar, diversas exploraciones iniciales de instrumentales o un historial de alumnos sistematizado donde se recogían múltiples elementos que configuran la personalidad, rendimiento y comportamiento de los alumnos. Cabe reseñar que ambos trabajos son de obligado cumplimiento actualmente.
A principios de 1969 presentó un anteproyecto de un nuevo sistema educativo, donde entre otras cosas se clasificaba la enseñanza por ciclos. Se intentaba hacer en Chipiona un centro experimental piloto y aunque en principios aceptó como interesante, nunca se llegó a desarrollar. Entre sus últimos trabajos están sobre la evaluación de los alumnos y su proceso de aprendizaje de las matemáticas y programación de aula.
Extraescolarmente fue propulsor del deporte del ajedrez en Chipiona. Hoy en día en los centros escolares existen las clases voluntarias donde se pueden realizar toda serie de actividades fuera del horario escolar. Ya D. Amalio comenzó mucho antes con el juego de ajedrez dentro del recinto donde fue maestro de muchos. Impulsor, creador y fundador de este conocido juego de estrategia en Chipiona, luego apoyado por otros hasta conseguir la fundación de la escuela de ajedrez. La celebración de torneos, en la actualidad de gran prestigio dentro y fuera de la provincia también ha sido con su importante labor.
2 comentarios:
Ese era mi abuelo... Y por muchas cosas que hiciera para mi la mas importante fues que siempre me quiso como un hijo y hasta el final me ayudo en lo que pudo.
Fue un buen compañero de la enseñanza. Muy activo, y profesional. La descripción de su trayectoria profesional y humana que has hecho sobre él , amigo Juan Mellado, es impecable. No se puede hacer mejor.
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