Voy con un amigo por la calle y me dice: a esa le gusta que
la orinen encima. Me quedo muy sorprendido porque la tal parece más una monja
del Carmelo que otra cosa.
Sobre otra me entero que le gusta le peguen, donde sea pero
que le peguen. Una más que le tapen todos los ojos menos uno, para no dejar
lugar a dudas. También hay la que le gusta hacerlo en el ascensor, me imagino
que por aquello del sube y baja. A otras hacérselo con el mejor amigo de su
pareja porque eso da mucho morbo y fortalece el matrimonio.
Otra acuyá me enteran que le gusta hacerlo en el vestidor de
las tiendas, con el dependiente o con cualquier incauto que entre inocentemente
a probarse algo. Sobre una última que prefiere aquello embardunada de manteca
colorá con chicharrones… y es que hay gente para todo.
Tanto es así que recientemente con motivo de la Romería del
Pinar me encontraba incauto de mí en el porche de la casa de mi comadre y
sucedió algo inaudito. Allí, cerca de Peritanda, creí escuchar lo que me
parecía el rebuzno de un rucho por aquello de la cercanía de la naturaleza. Al
continuar los sonidos agudicé el oído y ya me parecía una mujer enferma que se
quejaba en la casa de al lado. Preocupándome tal tesitura por si la mujer
necesitaba ayuda agudicé más el oído y llamé inmediatamente a mi comadre y su
esposo que estaban en la cocina preparando unas viandas y ya no tuvimos duda. Ni
era un rucho ni una mujer enferma, en todo caso era una “burra” a la que se la
estaban metiendo sin anestesia. Coincidimos en que nunca escuchamos algo igual
tanto en calidad como en potencia de sonido. Ahí estuvimos expectantes hasta la
traca final que pareció como la de los cohetes de las fiestas patronales de
Regla. Ante tal maravilla no tuvimos más remedio los tres que aplaudir aunque
no les pudimos felicitar en persona.
Comentado el caso con otro amigo me afirmó que lo que
habíamos oído era un “polvo pinareño de urgencia”, producto de los efluvios y
calores de hacer el camino en la romería. El sistema utilizado es que ambos
abandonan a sus respectivas parejas, que también van haciendo el camino, con
cualquier disculpa banal y reaparecen un rato después hasta duchados . Nadie
pregunta nada ni nadie se extraña de nada porque como todos van borrachos… Otro
amigo me dice que esas personas no son de Chipiona, que aquí somos gentes de orden y muy principal.
Independientemente de esta escena que presencié, bueno más
bien escuché en directo, uno se pregunta, e intuye que ustedes también, ¿cómo
puede ser de dominio público una cosa tan personal e íntimo y que debiera
pertenecer al ámbito de la alcoba? ¿Son más cotillas los hombres que las
mujeres?
Imagino que los hombres por ese espíritu conquistador
alardean ante los amigos íntimos y al final lo saben el butanero, el cartero,
el fontanero...
Los hombres, más lenguaraces, mientras que las mujeres son
catedráticas en el arte de la omisión, el ocultismo, la comedia o drama, según
convenga y un tanto taimadas. Tal es así
que un probo ciudadano puede sorprender en el inte a su mujer con un cachas y
ella a pesar de la evidencia asegurar que el tal es un monje del Císter que
practica aquella filosofía de San Agustín de “Ora et labora”. Aunque para monje estaba el ruso Rasputín al
que tienen sus atributos guardados en un frasco de formol para recreo de sus
admiradoras/res.
Llegado a este punto también me pregunto ,¿tienen las mujeres
entre ellas estas mismas conversaciones?Dirán, ése que va ahí es pichicorto o
aquel se la tienen que amarrar como una canana de los pistoleros, o más bien ese
es experto en gatillazos y de uno más allá que es voyeur, nada que ver con el
Boyer ése..
Son dudas que me asaltan
como me imagino a cualquier mortal, sobre todo en este Gran Hermano al
que pertenecemos en la sociedad de ayer, de hoy y de siempre.
Finalmente, creo que no he hablado de mis gustos sexuales
pero para qué si seguramente lo saben ustedes mejor que yo.