Manuel Jurado Domínguez
Investigador de Historia Nº 500/97
Córdoba 28 de abril de 1997
LIBRO: Resumen del antiguo Santuario de Nuestra Señora de Regla y su Titular.
Con motivo a la restauración de su Templo. Seguido de una corona Poética consagrada al mismo objetivo.
Cádiz.- Imprenta, Librería y Litografía de la Revista Medica, á cargo de D. Juan Bautista de Gaona.
Plaza de la Constitución, Numero 11.- 1852.
A SS.AA.RR. Los Sermos. Sres. Infantes de España Duques de Montpensier.
Sermos. Sres.
A nadie más que a VV.AA.RR., dignisimos promovedores del mayor culto a Nuestra Sra. de Regla, debemos dedicar estos humildes trabajos en loor de la Santísima Virgen. Si se dignan aceptarlos y acogerlos bajo su alta y poderosa protección, será satisfecho los deseos de sus atentos servidores, que con el más profundo respeto besan SS.RR.PP.
Sanlúcar de Barrameda 3 septiembre 1852.
Pedro Castelló, Francisco Rodríguez Zapata, Diego Herrero y Espinosa, Sebastián Herrero y Espinosa, Juan Capitán, José María Ruiz de Somavía, Francisco Flores Arenas, José Benevides.
INTRODUCCIÓN:
Los acontecimientos que en los días 7 y 8 del mes de septiembre del año de 1852 se verificaron en el venerado y antiguo santuario de NUESTRA SEÑORA DE REGLA, situado en él termino de la villa de Chipiona de la provincia de Cádiz, no son ciertamente sucesos vulgares y comunes; sino de aquellos que rara vez acontecen en un siglo, y que aun cuando no formen una pagina en la historia de los pueblos, conservan sí, en el transcurso de los tiempos, una tradición respetable.
Los del santuario de NUESTRA SEÑORA DE REGLA están ligados con una infinidad de raras circunstancias, y traen tales antecedentes, que despiertan con interés la atención general: el publico entusiasma con que todas las clases de esta provincia hablan de estos actos religiosos, nos impulsa a escribir este pequeño folleto con el solo objeto de dar noticias de ellos, de las causas que lo han promovido, de las personas que con un celo y una constancia digna de elogios los han llevado a cabo, y los cultos solemnes que en los referidos días se han de celebrar en la inauguración del citado templo.
Justo nos parece hacer también una reseña histórica de la reedificada iglesia y de su titulas, la que si no es ni con mucho cual debiera, y nosotros deseáramos, reunirá al menos los datos que hemos podido proporcionarnos y que el lector amante de la Virgen, vera con gusto, cuando hasta hoy no se han encontrado reunidos en ningún escrito, teniéndose solo de ellos inconexas ideas, desfiguradas versiones e incompletas noticias con que la tradición vulgar nos cuenta antecedentes de este edificio respetable y de todos admirado, por ser el deposito de Nuestra Madre y Sra. De Regla.
Estas fiestas religiosas, que a no dudarlo, serán memorables es este país, así como los sucesos que las ha originado, están enlazadas con la historia de los tiempos: ellas han inspirado a varios poetas a pulsar sus liras en loor de la Santísima Virgen de Regla.
Estas composiciones escritas con la fe más pura y los sentimientos más nobles, formaran en este pequeño libro una corona poética que ofrecen a la Madre de Dios en el día de la reparación, como débil ofrenda de nuestro puro amor.
Indicaremos las causas de estas funciones religiosas y en estrenos populares.
En el mes de agosto de año de 1850, encontrabase en la ciudad de Sanlúcar de Barrameda los Augustos Infantes de España, Duque de Montpensier, la Providencia hizo que estos ilustres personas extendiesen un día su paseo hasta la inmediata villa de Chipiona. Llegados al pueblo, entraron en el templo donde vieron y tuvieron noticia por vez primera, de la milagrosa imagen de Nuestra Sra. de Regla. Oraron ante ella, y desde este momento fueron inspirados de la más fiel devoción a esta Señora, que bajo la advocación de Regla, cuenta millares de ternísimos devotos. Desde este día se frecuentaron las visitas de los excelsos y virtuosos Príncipes, empezaron a rendir respeto y tributar obsequios a Nuestra Señora, procurando enterarse minuciosamente de los antecedentes de esta imagen, por todos adorada y bendecida. El pueblo de Chipiona que profesa a María Santísima de Regla un afecto que raya el delirio, bien presto se apercibió de la singular devoción de los regios Príncipes: no se hicieron esperar, por cierto, los vecinos de esta villa, en manifestar sus ardientes deseos por que la Soberana Señora volviese a su antigua iglesia a fin de que allí recibiese el culto que mayores les habían tributado. Este natural deseo, hijo de la más pura fe, lo hicieron presentes a los Príncipes de distintos modos, y en diversas formas, hasta que pusieron en sus Reales Manos una reverente exposición a Nuestra Excelsa Soberana, solicitando que se les concediese permiso para restaurar el memorable templo de Regla, y que la Señora volviese a su antigua casa. Esta solicitud se puso bajo la égida de los caritativo Infantes, a fin de que interponiendo su alta influencia con nuestra Reina, se viese cumplidos sus sinceros votos. Multitud de firmas espontaneas tenia la exposición: era un documento escrito con el corazón, de esos que dicta la conciencia más pura, era el unánime deseo del pueblo de Chipiona, era en fin, la verdad.
Los Ilustres Infantes acogieron este pensamiento, y con la más sincera, recomendaron al Gobierno de S.M., tan religiosa y ferviente petición. Este accedió a los deseos de los firmantes, concediendo la restauración del templo y colocación en él de su antigua imagen para que la iglesia aumentase el pasto espiritual, sirviendo de ayuda a la Parroquia de Chipiona, a fin de que los Feligreses que habitan los varios caseríos que existen en este dilatado campo, no carezcan de los auxilios que proporciona nuestra religiosa Santa.
Consecuente a la concesión, el Emmo. y Excmo. Sr. Cardenal Arzobispo de Sevilla, dispuso se abriesen suscripciones voluntarias en la poblaciones de Chipiona, Cádiz, Jerez de la Frontera, Puerto de Sta. María, rota y Sanlúcar de Barrameda, para subvenir a los gastos de la necesaria obra de restauración, encabezándose desde luego estas suscripciones con los Augustos Duques de Motpesier y el del digno Prelado de esta diócesis, con las cantidades que más adelante se dirán nombrando para la dirección de la ya citada obra, al Sr. José María Fariñas apreciabilisimo Arcipreste de la ciudad de Sanlúcar de Barrameda; y depositario de los fondos que se recaudasen, a D. León de Aldama y Respaldiza, propietario y del comercio de la misma ciudad.
Para llevar a cabo estas suscripciones, su Eminencia hizo también el nombramiento de varias comisiones locales, eligiéndose para ellas las respetables personas que se mencionan.
Las sumas con que han contribuido las poblaciones que se citan son las siguientes:
Cádiz............................................................................................... Rs. Vn. 14.000
Jerez de la Frontera...................................................................... 9.000
Puerto de Santa María.................................................................. 1.000
Rota................................................................................................ 1.300
Chipiona......................................................................................... 11.000
Sanlúcar de Barrameda................................................................. 12.000
Total 48.300
A más de estas cantidades, tenemos que hacer mención de los donativos particulares que continuación se expresan.
S.M. la Reina Ntra. Sra. (Q.D.G.) ha contribuido con la cantidad de 6.000 rs. Vn.
SS.AA.RR. los seremos Sres. Infantes Duques de Montpensier, con la de 2.000 rs. Vn.; y además con lo que cueste todo el trabajo del retablo del altar mayor de la iglesia, y lo que importen las funciones religiosas que se han de ejecutar en los días anunciados en la convocatoria que al efecto se ha publicado, y de que más adelante se hará mención.
Y últimamente, el Emmo. y Excmo. Sr. Cardenal Arzobispo de Sevilla, ha contribuido también con la suma de 1.000 rs. Para el indicado objeto.
Además, hay varios regalos hechos a la Señora por los Augustos Príncipes y otras personas. Tales son, ricos vestidos, ornamentos, algunas arañas y otros efectos, de que no tenemos exacto conocimiento.
Pero todos estos esfuerzos no serian suficientes para una obra en que solo se ha contado con la pública piedad de los fieles, si no estuviera acogida a la poderosa influencia y alta protección de los cristianos y virtuosos Duques de Montpesier. A ellos, a su fe, a sus religiosos sentimientos y a su eterno amor por la Reina de los reyes, debemos el que llegue el día en que vean cumplido los fervorosos deseos de los fieles.
Nos hacemos un deber en hacer particular mención del pueblo Chipiona, que excediendo a sus facultades han contribuido con una cantidad superior a la corta riqueza de su reducida población.
Justo es también grabar en estas páginas los nombres de las personas que con tanto desinterés y fe religiosa han dedicado muchos días a la ímproba tarea de buscar recursos para dar un templo más al Estado, y mayor culto a la religión del Crucificado.
Por otras parte no nos es posible pagar sus asiduos esfuerzos de otra manera, sino perpetuando su memoria con la historia de esto días.
Tales son de los individuos que han compuesto las comisiones de los pueblos siguientes:
CÁDIZ
Ilmo. Sr. D. Juan José Arbolí, Obispo electo de Guadix. Sr. Deán de la Catedral y Sr. D. Placido García.
JEREZ DE LA FRONTERA
Sres. Alcalde-Corregidor, Arcipreste de la referida ciudad, Marques del Castillo, D. Francisco Javier Herrero y D. Domingo Dávila, presbítero.
PUERTO DE SANTA MARÍA
Sres. Alcaldes-Corregidor, Arcipreste, Juez de 1ª instancia, D. Guillermo Wals. D. Carlos Carrera y D. José Oneale.
ROTA
Sres. Alcalde, D. Manuel Mateos, cura y D. Joaquin Brunengo.
CHIPIONA
Sres. Alcalde D. Francisco de P. Bohoruqez, cura y D. Juan de Castro, presbítero.
SANLÚCAR DE BARRAMEDA
Sres. Arcipreste D. José María Fariñas, D Antonio Ruiz Vázquez, presbítero, D. Rafael Esquível, D. León de Aldana, D. Fernando Gómez de Barreda y D. Bartolomé Oláis, presbítero.
Pero si hemos sido justos en estampar estos nombres, también debemos serlo, haciendo una especial mención del apreciable Sr. Fariñas, Arcipreste de Sanlúcar de Barrameda, a cuyo cuidado ha estado y esta cuanto pertenece a este memorable acontecimiento.
RESEÑA HISTÓRICA DEL SANTUARIO DE NTRA. S. DE REGLA
Los sucesos acaecidos en 1835, motivaron la esclaustracion de los religiosos, y con ella se perdieron muchos documentos en estremo curiosos que guardaban los archivos y bibliotecarios de los conventos; otros se depositaron en puntos en que no nos ha sido posible haberlos. Tradiciones más o menos fundadas, manuscritos incompletos y de dificilisima lectura, y algún que otro apunte, debido al cuidado de varios amigos nuestros amantes de la historia, son los datos que teníamos para emprender esta reseña.
Pero la casualidad de encontrar unas memorias históricas que tenemos por más exactas que cuantos datos se nos habían proporcionado, reunidas en el año 1758 por el Sr. D. Pedro Velázquez Gastelú, nos ha hecho forma un juicio racional acerca del origen del santuario de Nuestra Señora de Regla, objeto en todo los tiempos de admiración y respeto para los católicos habitantes en la provincia de Cádiz.
Juzgamos inexactos los más de los manuscrito que tenemos a la vista y la tradición más general, por que las noticias que se dan no las vemos autorizadas por historiadores de conocida fe, ni tampoco con datos que justifiquen las vagas ideas que la credulidad admite. Las noticias que arrojan las crónicas más autorizadas y que juzgamos más ciertas, son las siguientes:
Él celebre cronista Fray Pedro de Molina, en su crónica de la casa de Medina-Sidonia dice, que después de que el rey D. Sancho el Brabo hizo merced a D. Alonso Pérez de Guzman del territorio comprendido entre las orillas de los ríos del Guadalquivir y Guadalete, fundo en el tres castillos; el de Rota, el de Trebujena y el de Chipiona, y llegado a este, lo espera en estos términos: " Este castillo se edifico en la parte en que los moros llamaron Chepiona, que según Horozco estaba a las inmediaciones del castillo llamado Evora, en cuya comarca estuvieron los templos de Venus y Juno. Que el sitio llamado Chepiona, antes Chepriota, se fundo un Monasterio de canónigos reglares, que se llamo Regla, y que después sé transferio a frailes Agustinos".
Esta autoridad, y ser el Sr. D. Alonso Pérez de Guzman natural de la ciudad de León, donde nació el 23 de Enero de 1256, nos induce a cree que así como trajo de aquella ciudad Monjes para poblar su Monasterio de San Isidro del Campo, debió también traer algunos canónigos reglares de San Agustín, donde el Monasterio de estos conserva aun hoy el nombre de Regla, poniendo este mismo nombre a la fortaleza de Chipiona. En el año de 1303, casó el Sr. D. Alonso Pérez a su segunda hija Dª Isabel de Guzman con el rico-hombre D. Hernan Pérez Ponce de León, a quien dio en dote, entre otros bienes, las villas de Rota y Chipiona fundando entonces la Casa de los Duques de Arcos, y a estos, con el castillo de Chipiona, paso la pequeña iglesia de Nuestra Señora servida por canónigos Reglares, bajo la protección de los Sres. De la casa de Ponce de León; fundando la iglesia y convento que esta a un cuarto de legua de Chipiona sobre la misma costa del mar, obteniendo los referidos Duques el Patronato, así como el de la casa grande de San Agustín de Sevilla, donde tiene su sepulcro.
Vemos también en las crónicas, que en 1482 fue cuando se redujeron a la observancia las casas de Agustinos de Sevilla y de Santa María de Regla, conforme a las establecidas para ermitaños Agustinos por el santo Doctor de la Iglesia San Agustín, y conforme a lo mandado por el Pontífice Alejandro Cuarto.
Pero la noticia más autentica que encontramos entre los diversos documentos que hemos leídos, es la del testamento de D. Juan de Guzman, primer conde de Niebla, y nieto del Sr. D. Alonso Pérez, otorgado en Bollullos ante el escribano Alonso Velasco a 3 de Octubre de 1396, que entre otras mandas pías deja a Nuestra Señora de Regla la limosna de 50.00 mrs.
El Sr. D. Juan de Guzman, primer Duque de Medina Sidonia, en su testamento otorgado en Sevilla, ante Pedro García, en 21 de Enero de 1463, lega a Santa María de Regla por una sola vez, la cantidad de 50.000 mrs.
Vemos que en un libro de valores de rentas de la casa de Medina-Sidonia, que se conserva en su archivo de Madrid, y contiene los años de 1493 a 95, consta que el Sr. D. Juan de Guzman, tercer Duque, costeo la obra del refectorio del Monasterio de Nuestra Señora de Regla, la cual importo 25.000 mrs. Con más castellanos de oro.
También leemos, que por escritura otorgada en Chipiona a 24 de Diciembre de 1588, ante Alonso Renjel, confiesan el Prior y religiosos de Regla, haber recibido de Sr. Duque don Alonso VII, una lampara de plata grande, cincelada, con las armas de su Excelencia, obligándose la comunidad a tenerla delante de la Virgen permanentemente, dada en limosna por haberle protegido Nuestra Señora en los peligros que corrió en la desgraciada expedición que tuvo a su cargo de la armada invencible.
En los mismos términos el Sr. Duque Manuel VIII, dio al santuario de Nuestra Señora de Regla, un frontal de plata de martilló para el altar mayor, de valor de más de 1,200 ducados con las armas de su Excelencia, dos blasones de plata de valor de más de 500 ducados, y un monumento para la Semana Santa, con otras varias alhajas para el altar, obligándose la comunidad, por escritura celebrada ante Juan Carrillo de Albornoz en 15 de Octubre de 1629, a decir perpetuamente por la salud del Sr. Duque, y después de sus días por su alma, la Misa mayor y demás sufragios y divinos oficios que cada año se hiciesen en la festividad de la Señora, que es el de la Natividad, así como los de su octava, con sermón y seis misas rezadas en los seis días infra-octavos, con más, la Misa votiva que todos los sábados se dice en el altar de la Señora.
Consta de las crónicas, que el referido Sr. Duque D. Manuel VIII, asistía con toda su familia y corte a santuario de Regla todo los años, el día de la Natividad, yendo también en la procesión, y que costeaba toda la cera de estas fiestas, así como un espléndido banquete en que en este día se daba a la comunidad.
En el testamento del citado Sr. Duque, otorgado en Sanlúcar de Barrameda a 1º de Junio de 1634 y por su cláusula 9ª, ordena que se digan por su alma en el santuario de Regla mil misas rezadas, y por su cláusula 94, lega al citado santuario una lampara de plata de peso de 200 ducados de vn., y por la 96 ordena, que de sus bienes se impongan la cantidad conveniente para que la lampara ardiese constantemente día y noche.
El Sr. Duque D. Gaspar IX en el año de 1638, costeo el magnifico sagrario de plata del altar mayor.
De los libros capitulares del Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda, consta que en los años 1642, y en el de 1656, fue conducida Nuestra Señora de Regla en suntuosas procesiones al convento de Padres Agustinos de la citada ciudad, con motivo de creerse que podrían verificarse invasiones enemigas.
Pero si hasta aquí hemos presentado los anteriores datos históricos relativos a la fundación del Monasterio de Regla, nada hemos dicho del origen de la Imagen su titular, de cuyo asunto vamos a ocuparnos.
Por una tradición general y por unos manuscritos antiquisimos, tenemos conocimiento del primitivo origen de la Imagen de Ntra. Sra. De Regla, y sabemos por escrito de algunos historiadores de la Orden de Agustinos, que esta Señora fue mandada hacer por el Doctor de la Iglesia S. Agustín, siendo obispo de Hipona, para su oratorio.
La invasión vandálica en Hipona, hizo que los ermitaños agustinos cuya orden era fundada por S. Agustín, abandonasen la ciudad; y estos, viniendo a buscar amparo en las costas españolas, trajeron el precioso tesoro de Ntra. Sra., la que, según hemos leído, vino encargada a un diácono llamado Cebrian.
Desembarcados estos en las playas gaditanas, colocaron la Imagen en el santuario que esta frente al el mar y punto donde muere el Guadalquivir. Este suceso acaeció a principios del siglo V. Desde este tiempo puede la Señora en el monasterio de Regla recibiendo culto, según unos, por los canónigos reglares, y conforme a la opinión de los historiadores Fr. Pedro del Campo y Fr, Nicolas de Sta. María, por los ermitaños africanos.
Llegaron los tristes acontecimientos del siglo VIII en las orillas del Guadalete, donde la soberbia media luna triunfo de las huestes de D. Rodrigo, y esta victoria sarracena obligo a los monjes o ermitaños de Regla a huir de las hordas barbaras e impías. Para salvar a su titular y patrona de los ultrajes de la ignorancia y ferocidad de los bárbaros, ocultaron a Ntra. Sra. De Regla en una bóveda o cisterna inmediata al monasterio, y que esta a orillas del mar, encerrándola en una caja con ornamentos, vasos sagrados y una vela encendida.
Transcurrieron los años, y cuando en el siglo XIII el Sr. Alonso el Sabio salvo al país de la impiedad y de la ignorancia, la Santísima Madre de Dios hizo entender en visión a un canónigo reglar de la Catedral de León que viniese a desenterrarla, para que se le tributasen cultos en su antiguo santuario, designándole el sitio donde se encontraba. El canónigo, lleno de la más pura fe, emprende su marcha, y llegando al sitio señalado en la visión, descansa bajo una higuera que había en el punto marcado. No tardo en oír una voz angelical que del centro de la tierra le decía: " Este es mi lugar", voz que repitiéndose, confirma al canónigo la dulce esperanza que traía en su peregrinación. Trabaja con entusiasmo y fe en el sitio, y "¡Oh portento!", (exclama en su narración el esclarecido Fr. Tomas de Herrera), encuentra él deposito sagrado y la lampara encendida, concervandose hoy un cáliz de los que con N.M. y Sra. estuvieron enterrados. Se restituye a la Señora a su propio templo, y se labra una pequeña capilla en el sitio del maravilloso encuentro que hoy existe, así como la higuera y la cisterna, conociéndose este lugar con el nombre de Humilladero.
Desde este tiempo ha continuado Ntra. Sra. De Regla en el santuario adorada por todos, y siendo la admiración general por los muchos dones que siempre dispensaran a los fieles que la imploran en sus aflicciones.
En cuanto al color negro de la Señora, creemos que no fue adquirido por la humedad de la cisterna, como algunos suponen, sino que siempre fue negra: y así es de creer, atendiendo al versículo de los Cantares de Salmón, que dice: Negra soy, pero hermosa, hija de Jerusalén.
En todos los tiempos ha sido singular protección de los navegantes; ella es implorada en las más terribles tribulaciones de los marinos, y en las continuas zozobras que ofrecen las encrespadas olas de los mares, es constantemente invocada María Santísima de Regla. Como prueba de lo que dejamos expuesto, citaremos la antigua costumbre de nuestros marinos que al llegar de las Antillas, siempre que descubrieran el Santuario de Regla, que es el punto que primero divisan los navegantes cuando vienen a las costas gaditanas, saludaban con su artillería a Ntra. Sra.
Corrobora este aserto los muchos lienzos que decoran los claustros del destruido monasterio. En ellos estaban patentes los infinitos milagros de esta Señora dispensados en las más furiosas borrascas. Lo comprueban las alhajas y donativos que por los navegantes se hacía, y otras muchas razones que omitiremos.
Hasta la exclaustración de 1835 continuó en su monasterio, pero esta fue causa de su traslado a la Parroquia de Chipiona. Diecisiete años de abandono han hecho arruinar el antiguisimo edificio y traerlo al estado más deplorable.
De la restauración del templo y de las causas que lo han promovido, hemos hablado en la introducción de este folleto.
El corto tiempo que se nos ha dado para hacer estos pequeños y mal formados trabajos, él haber tenido que invertir su mayor parte en buscar noticias y leer manuscritos y crónicas, nos impide que esta reseña fuese escrita como corresponde a su objeto, razón por que el lector disimulará los muchos defectos, que a no dudar, encontrara.
Pedro Castelló