domingo, 9 de septiembre de 2007

HASTA LUEGO, ROCÍO.-


Rocío Jurado ha sido la persona más importante que ha dado Chipiona en toda su historia.
Por Juan Mellado. /

Se nos fue Rocío. Las páginas de los diarios se han llenado de tópicos. Decían que era la más grande. En este hasta luego se puede decir que sí, que era la más grande y la única. Como las grandes artistas Rocío no se parecía a nadie, era ella misma en esencia, un fenómeno de la naturaleza. Un monstruo sagrado. Era Rocío aquella sencilla chiquilla que un buen día ganó un concurso de Radio Sevilla. Aquella joven que se fue a Madrid a probar fortuna y resultó que la Gran Vía se le quedó pequeña. Esa joven atrevida que con su voz, su arte y su desparpajo, hizo palidecer a la misma Concha Piquer. Se nos ha ido en Chipiona, el personaje, la persona más importante que haya dado la historia de esta villa. Se nos ha ido también el ruiseñor de Andalucía, la cantaora de España. Irrepetible. Muchos se han atribuido el haberla descubierto, pero quizás quien primer la descubrió y confió en ella fue una entrañable persona, una gran mujer, Rosario, su madre. Años después Rocío cantó una desgarradora canción a su madre escrita por Manuel Alejandro, una de los más bellos temas que se hayan podido escribir sobre una madre que se nos fue.
El tópico de ser nuestra mas universal embajadora nunca ha dejado de ser verdad. Chipiona es en España y en el mundo otra cosa después de aparecer Rocío Jurado en escena. Desde su aparición Chipiona dejó de ser aquel pueblo de marineros y viñedos, olvidado del mundo y casi en el último confín. A partir de ella se decía Chipiona y a continuación Rocío Jurado. Se decía Rocío Jurado y a continuación Chipiona. Nunca una artista de sus características elevó tanto y a tan buen nivel el nombre de su pueblo.
Cuando no la conocía nadie, el Ayuntamiento de Chipiona le negó una beca de estudio para marcharse a Madrid. Eran ocho mil pesetas que finalmente se las prestó su abuelo. En una miopía absoluta y en un frío papel se le comunico que la institución municipal no tenía fondos para los estudios de folklore. Muchos de ellos se hicieron fotos con ellas años después. A mí me hubiera dado vergüenza. Ella nunca tomó importancia de este hecho y pronto olvidó este episodio y siempre habló bien de su pueblo y de su ayuntamiento. No se puede evaluar en euros la campaña de publicidad que Rocío Jurado hizo de su pueblo en toda su carrera. Incluso sin saberlo cuando cantó “El clavel” defendía uno de los valores económicos más importantes de Chipiona. Roció y Chipiona. Chipiona, Rocío y su Virgen de Regla. Nunca se perdía esa cita obligada cada 8 de septiembre en esa renovada acción de gracias que cada año le tributaba a su patrona. Este año pasará la imagen de la Virgen a las puertas de su chalet “Mi abuela Rocío”. Nadie se percatará pero a buen seguro que se darán un beso de amigas y un abrazo. Detalles de mujeres sencillas. Como lo fue siempre Rocío a pesar de haber paseado escenarios por todo el mundo. A pesar de ser recibida por mandatarios y embajadores. A pesar de ello Rocío disfrutaba barriendo la puerta de su chalet de madrugada, a la única hora en la que podía hacerlo sin que la molestasen. Aquella Rocío que ya famosa soñaba con poder comerse un cartucho de pipas entre los ecualiptus de Villacañas. Nunca dejó de ser esa muchacha sencilla que un día marchó de Chipiona con una mano delante y la otra detrás. Nunca dejó de querer a su pueblo. Así lo cantaba, “y es que te quiero tanto /pueblo mío, / que donde quiera que vaya/te llevo conmigo…”
Se nos fue Rocío pero sólo hasta luego.

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