domingo, 13 de diciembre de 2009

EL FERROCARRIL EN CHIPIONA



Por Juan Luis Naval. Cronista de la Villa.

La creación del Ferrocarril liberó a la humanidad de las ataduras impuestas hasta entonces en el transporte terrestre por la fuerza animal y de las carencias de carreteras, especialmente en España. Hasta este momento el transporte marítimo-fluvial era el preferido por el abaratamiento de los costes, la capacidad de carga, su mayor velocidad y la posibilidad de cubrir mayores distancias.
Aunque ya en 1804 el Ingeniero inglés Richard Trevithick comenzó sus adaptaciones de la fuerza motriz de la maquina de vapor a un transporte sobre ruedas en el sur de Gales, el comienzo del Ferrocarril se puede decir que nace entre los años 1825 y 1830 con la aplicación de la locomotora de vapor de STEPHENSON en Inglaterra, extendiéndose rápidamente por toda Europa.

La primera vía férrea inaugurada en España fue la Barcelona-Mataró el 28 de octubre del año 1848. Sin embargo, curiosamente antes en la ciudad de Regla de Cuba, siendo colonia española, se inauguró el 10 de noviembre de 1837.[1]

Desde los primeros momentos, surgen en la baja Andalucía diferentes intentos de construir una red de ferrocarril para transportar los vinos que desde Jerez se exportaban a Inglaterra desde la Bahía de Cádiz.
Se necesitaba dar una salida al mar para los excedentes vitivinícolas, y ésta fue una de las claves para esta aparición del ferrocarril en nuestra zona.

Parece ilógica la llegada tan temprana del ferrocarril a Chipiona, si se tiene en cuenta que poblaciones del entorno de la Bahía-Jerez con mayor peso poblacional no tuvieron nunca la suerte de contar con el tren como medio de transporte, como por ejemplo Chiclana con gran riqueza agrícola y 11.627 habitantes ó Arcos, con una gran vinculación a Jerez y puerta de acceso a la sierra gaditana con 16.280.
Por consiguiente, las razones de la construcción de una línea hasta Chipiona no radicaban en la propia localidad, ya que era la de menor peso poblacional y económico que existía en la zona noroccidental, 2.784 habitantes, con un termino de 32 Km2, insuficientes para una gran producción agrícola.
Por lo tanto, el factor determinante fue su localización geográfica, entre Rota y Sanlúcar, ya que era paso obligado para seguir el curso costero que se pretendía hasta Sanlúcar.

Las pretensiones de independencia de Jerez de la Fra. con relación a Cádiz, aumentadas por la relevancia que iba adquiriendo la producción y el comercio de sus vinos, necesitado de mejoras en el transporte, estuvieron en el principio de la construcción de la línea costera que unió El Puerto de Santa María con Sanlúcar de Barrameda a fines del siglo XIX.

El gaditano José Díaz Imbrechts, fue el primero de Andalucía y de España en solicitar en 1829, autorización para la construcción de un camino de raíles que partiendo de Jerez llegase a El Portal con fácil acceso a la Bahía de Cádiz. El principal motivo no era otro que el sustituir los carros que transportaban las botas de vino de las bodegas hasta este punto. Las botas eran llevadas hasta el muelle de Cádiz en barcazas y de allí se transportaban en veleros hasta Inglaterra.

Hubo otro proyecto en 1830, el cual pretendía ser la unión mediante una línea férrea que uniría Jerez con Rota, con el mismo fin que el anterior, pero ambos fracasaron por cuestiones económicas.[2]

Este mismo año 1830, el sevillano D. Marcelino Calero Portocarrero, avecindado en Londres, pretende la construcción y explotación de la línea Jerez-Puerto de Santa María a Rota y Sanlúcar de Barrameda, pasando por Chipiona. El mismo Rey se declara protector de esta empresa y propone el nombre de "Camino de Hierro de la Reina María Cristina".

Esta concesión cambiaría de manos en 1834, pasando a Francisco Fassio (con éste nuevo concesionario la línea pasaría a llamarse "Ferrocarril de Isabel y Cristina"), que amplió la conexión con un tramo del Aculadero a Cádiz.[3]
Sin embargo a pesar del interés demostrado, del evidente apoyo gubernamental, con la compra de acciones por parte de la familia real, esa modificación no interesaba ni a Jerez, ni a El Puerto. En ambos casos por sus deseos de eliminar a Cádiz del negocio del comercio del vino jerezano. De modo que los apoyos locales imprescindibles para la consecución del capital eran escasos y los retrasos hacían peligrar el éxito de la línea.

Más tarde, en 1838 pasó a una compañía anglo-española (cuyo agente era José Buchenthal) y después, en 1850 se le concedió a Luis Díaz que volvió a cambiar el trayecto a causa de la elección de la línea Jerez-Trocadero, que perjudicaba mucho a El Puerto, pero que acabó aceptando finalmente para no quedarse fuera del trazado, inaugurándose en 1856 obteniendo así Jerez un puerto independiente de Cádiz como del Puerto de Santa María.

No obstante, el carácter de Cádiz como capital de provincia y su importancia estratégica hicieron que 5 años después, en 1861, llegase el ferrocarril a la ciudad. Quedando de nuevo Jerez subordinado a Cádiz.

EN CHIPIONA
Mientras tanto en Chipiona se atendían casi a la vez dos proyectos del ferrocarril:

En junio de 1852 se recibe en nuestro Ayuntamiento un escrito del Gobernador de la Provincia en el que pedía se suscribiera nuestro municipio al Ferrocarril de Sevilla. La Corporación, presidida por el Alcalde Juan Galafate, acuerda que en vista de lo provechoso que para Chipiona sería este proyecto, se podría vender para colaborar en este proyecto “El Pinar de la Villa o la Dehesa de yeguas y potros”.
Esta Dehesa de yeguas y potros corresponde a lo que posteriormente fue la arboleda de eucaliptos de los Llanos que desapareció sobre los años 70-80.

Seis meses después se tiene noticias de que le ha correspondido en el reparto del ferrocarril de Sevilla a Cádiz 73.299 reales, pagaderos en dos plazos, uno de 39.329 y otro de 39.970 reales y quedan en nombrar una comisión para vender la Dehesa de yeguas y potros con urgencia a la mitad del valor del precio que tenía entonces las aranzadas.[4]
Tres años después, en 1855, tras la Ley General de Ferrocarriles, se dio la concesión a Alfred Prost para construir la línea Sevilla-Jerez y en 1856 para la fase desde Cádiz hasta la línea Jerez-El Trocadero (los Ferrocarriles Andaluces). Esta fue la línea que finalmente resolvió la comunicación de Cádiz con la Bahía.[5]

Por otro lado, el 19 de marzo de 1876 se publica en LA GACETA DE MADRID, periódico que hoy en día es B.O.E. el otorgamiento de la vía férrea El Puerto de Santa María a Sanlúcar de Barrameda pasando por Rota y Chipiona a D. Donato María Escobar.

Sólo dos meses después, el 20 de mayo de 1876, el Ayuntamiento de Chipiona a instancia del Alcalde del Puerto de Santa María, nombra una comisión para estudiar y promover la traída del ferrocarril que comenzará la línea en El Puerto de Santa María, Rota, Chipiona y terminará en Sanlúcar de Barrameda, recayendo dichos nombramientos en D. Manuel Castro Vidal, segundo teniente de Alcalde y D. Pedro Cano Herrera, secretario del Ayuntamiento de Chipiona.

Poco después el 10 de junio del mismo año el Ayuntamiento aprueba este proyecto diciendo que es muy beneficioso que el ferrocarril del Puerto pase por Chipiona para llevar nuestros frutos a Bonanza y desde allí abrir mercado hacía otras ciudades como Sevilla y el interior de España. Y el 20 del mismo mes se acuerda subvencionar a la empresa constructora para aligerar las obras.

Sigue transcurriendo el tiempo y un año después, el 15 de febrero de 1877 a través de un comunicado enviado por el Sr. D. Donato María Escobar, concesionario del Ferrocarril del Puerto de Santa María a Sanlúcar de Barrameda, se da cuenta del comienzo de las obras del ferrocarril en Chipiona invitando al Ayuntamiento. Los actos comenzaron con una misa en el Santuario de Regla, a continuación tuvo efecto la bendición de las obras por el capellán del Santuario, hubo repique de campanas, toro por las calles, una bota de vino para el pueblo en la Plaza de la Iglesia y el Ayuntamiento obsequió con una cena al concesionario, a los ingenieros y demás autoridades con cargo al capítulo de imprevistos.[6]

Sin embargo los trabajos no se estaban desarrollando con la rapidez esperada debido a los pocos recursos con que contaba el concesionario, y el 4 de febrero de 1878 se reunieron en Cádiz los alcaldes de dicha capital, Rota, Chipiona y el Puerto, así como una comisión de la Diputación Provincial, para determinar lo más conveniente sobre el asunto en beneficio de los fondos que administraban, acordándose requerir al concesionario para que en el término de tres meses constituyese una sociedad que sirviese de garantía al desembolso que los respectivos municipios venían haciendo y a la pronta y segura realización de la línea.

Estas obras de las que se habla en las actas capitulares probablemente se paralizarían, ya que no se tienen más noticias sobre ellas, y de nuevo nuestro Ayuntamiento, el 8 de noviembre de 1881, a petición de un grupo considerable de vecinos, solicita al Alcalde del Ayuntamiento de Cádiz convoque una reunión de todos los pueblos implicados en el ferrocarril de la costa.[7]

En 1882, debido a los atrasos de las obras por la apatía de los organismos oficiales, la Comisión municipal se ratifica para que se pague la subvención prometida a la empresa, pero la condiciona a que antes se le pague a los dueños de los terrenos expropiados en este término.[8] Desde Chipiona se veía muy necesario que estas obras se realizasen para paliar el paro que se estaba viviendo en estos años en el sector de la agricultura.
Además en la Diputación Provincial se acordó solicitar al Gobierno para que el Consejo de Ministros declarase de utilidad pública la construcción de este ferrocarril.[9]

De esta manera llegamos a 1892 tras los mencionados intentos y fracasos, provocados todos ellos por cuestiones puramente económicas. Esta fecha es, la que definitivamente comienza la construcción de la línea del Tren de la Costa. Se inicia en el mes de Junio con la expropiación de los terrenos por donde iría el trazado de la línea férrea, comprendidos entre el límite de Chipiona con Rota, en terrenos del pago de la Ballena, hasta la división con Sanlúcar de Barrameda, en el lugar denominado “La Rehierta”.

Le seguirían tres meses más tarde, en octubre, la expropiación de los terrenos comprendidos entre la que sería la Estación del Ferrocarril y la carretera que une Chipiona con Sanlúcar, es decir lo que llamamos la Carretera o Avenida de la Estación.
Luego más tarde se crea la “Compañía Belga de Ferrocarriles Vecinales de Andalucía”.[10] que sería la que a la postre realizaría nuestra línea.
De esta compañía nos quedan algunos documentos como este talón de transporte de mercancías. Este mapa europeo de ferrocarriles y este libro con los croquis de todos los elementos que se necesitaban para la construcción de la red del ferrocarril. Ambos documentos me fueron donados por D. José María Miranda Nieto pocos años antes de su muerte.

El 17 de noviembre de 1892 se inaugura el trayecto Puerto de Santa María – Chipiona, asistiendo a ella el Diputado por Córdoba, Rafael de la Viesca, el Gobernador Civil, González Abreu y varias comisiones oficiales. En Chipiona el pueblo recibió en masa al Tren con aplausos, vivas a los Reyes, al Gobierno y a Cádiz. Celebrándose varios banquetes con el objeto de conmemorar el acontecimiento.[11]

En 1893 se crea la compañía del “Ferrocarril del Puerto de Santa María a Sanlúcar” con la aportación de cien mil pesetas por parte del Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda.

Sin embargo la línea Chipiona – Sanlúcar estaba aún por terminar en 1897, faltándole sólo el trayecto desde el lugar denominado “La Rehierta” hasta Sanlúcar, unos 4 Km. de raíles.
Esta paralización fue debida a varias consideraciones: una, la deuda que mantenía la Compañía Belga encargada de la construcción con la empresa de los Ferrocarriles Andaluces, que reclamaba a la primera la cantidad de 25.000 pesetas en concepto de almacenaje y custodia del material, importe que no estaba dispuesta a satisfacer la citada empresa belga. [12]

Otra el trasfondo de corte puramente económico: la producción sanluqueña fundamentalmente, vinos, pescados y hortalizas encontraría una respuesta igual o casi igual en Chipiona, Rota y El Puerto, luego era más conveniente para ellos que esa producción se dirigiera exclusivamente hacia Jerez de la Frontera, un mercado mayor desde donde lanzarlo hacia Sevilla y el interior de España, es decir se trataba de esquivar la competencia. Por lo que a ésta vía dirigida desde Sanlúcar al Puerto se le ponen todos los inconvenientes y obstáculos desde los munícipes de Sanlúcar, amén de que algunos de ellos son a la vez, accionistas y fundadores de la Compañía que explotaba la vía Bonanza-Jerez. Con lo que una parte de la oligarquía sanluqueña se contentaba con ésta última vía y no quería apostar más en otra empresa que consideraban arriesgada.[13]

A pesar de estos inconvenientes, el 28 de febrero de 1898 la locomotora que realizaba el trayecto en su totalidad entró por primera vez en agujas en la estación sanluqueña. Sin embargo, el trayecto entre Chipiona y Sanlúcar no entró en servicio hasta[14] el día 4 de septiembre de 1898.

El representante de la Compañía Belga de Ferrocarriles Vecinales de Andalucía, D. Carlos Faré, invitó al acto a las autoridades provinciales y locales de El Puerto de Santa María, Rota Chipiona y Sanlúcar. El tren especial partió de la primera de las citadas ciudades a las 12 y cuarto de la tarde. En Chipiona tuvo lugar la bendición del convoy y de la nueva línea por el cura de la villa. La locomotora iba adornada con numerosas banderas españolas y la tricolor belga y en su frente lucía el escudo de España.[15]
El tren estaba compuesto por la máquina y tres vagones (dos para viajeros y otro para mercancías), con alumbrado de aceite y alcanzaba una velocidad media de unos 20 Km/h.
De este modo el tramo de vía férrea del Puerto de Santa María a Sanlúcar de Barrameda quedó realizado de la siguiente manera y tiempos:

17 de noviembre de 1892 Puerto de Santa María – Chipiona (28,800 Km.)
19 de junio de 1898 Chipiona – Sanlúcar de Barrameda (8,060 Km.)[16]

Sin embargo el edificio de la Estación de Chipiona aún no estaba construido, ya que en julio de 1912, el concejal D. Enrique Gutiérrez Renero propone que a la nueva Estación de Ferrocarril se le de una ubicación cercana y propone que “Tras la Huerta”, acordándose de aprobarlo así en contra de la propuesta del Sr. Alcalde que proponía la “Hijuela”[17], lugar éste, donde hoy se encuentra la Plaza de Abastos, lo que hubiese sido más cercano a la población y tal vez por su proximidad hubiese tenido más aceptación para los usuarios, aunque realmente el objeto primordial del ferrocarril en esta época era la exportación de los productos agrícolas de Chipiona.

Tres meses después, en octubre el Ayuntamiento le da firme a la carretera del Ferrocarril con aproximadamente 400 metros cúbicos de piedra, ya que se trataba de atravesar el terreno llamado “La Lagunilla”, que por sus características naturales estaba casi siempre inundado por las aguas de lluvia que bajaban de la Dehesa de Hidalgo buscando salida al mar por el suprimido arroyo Antonaria.[18]

Como es lógico, la realización de estas obras tuvo una gran influencia en la evolución de la población de Chipiona, ya que cuando comienza a gestionarse este proyecto Chipiona contaba con 2.052 habitantes en 1854, pasando a 4.947 en 1930, aproximadamente un 150% más de población. Fecha esta de 1930 en la que podemos decir se dan por terminada definitivamente las obras relacionadas con el Ferrocarril, como la Estación, los apeaderos de la Ballena, Peña del Águila, casa del Guarda-barreras, guarda-agujas, etc.
Cuando desaparece, con el paso del último ferrobús el 31 de diciembre 1984, tenía Chipiona 14.330 habitantes.
En esta tabla podemos ver como en el periodo comprendido entre 1854 a 1860, la población creció ligeramente, con un pequeño periodo negativo, 1857-1860. Superado este pequeño bache se produjo un fuerte aumento a un ritmo del 2,34% cada año hasta el año 1868. Después de esta fecha hay un ligero retroceso del trienio de 1868 a 1871, que coincide con una fase en la que la viruela está haciendo estragos en los alrededores. Posteriormente, se produce una recuperación durante la década de 1870 a 1880, que hace que se alcanzaran los niveles más altos de poblamiento. Esta tendencia tras algún pequeño bache prosigue hasta 1897, sin que afectase demasiado la plaga de la filoxera a la localidad por las condiciones del terreno en que se cultivaban la mayoría de sus vides, de tipo arenoso, que dificulta la acción de la plaga.[19]

Este “Tren de la Costa” discurría su trayectoria entre las estaciones del Puerto de Santa María a Sanlúcar de Barrameda, pasando por las de Rota y Chipiona, además de los apeaderos de “La Ballena”, “La Peña del Águila”, “La Jara”, así como otros menos utilizados como “Las Marquesitas”, “Las Piletas” y “Casarejo”. Ésta última según el capataz de línea Cristóbal Monge, se dejó de utilizar por estar en terrenos de la Base de Rota.

La explotación del Tren de la Costa, cuando estuvo bajo la dirección de la “Compañía Belga” estuvo muy cuidada y era utilizada por muchísimos viajeros, pese a la confluencia de comunicaciones marítimas o por carreteras a Cádiz. En verano se utilizaban “jardineras” que eran unos vagones sin cerramientos laterales muy agradables.
Después vino la administración de los “Ferrocarriles andaluces”, a los que les cogió la escasez de carbón debida por la Guerra Civil y, por eso en ocasiones, habían de empujar los viajeros para ayudar a la locomotora para subir cualquier cuesta. Al crearse la RENFE en 1945, se renovaron los raíles y afianzaron las vías.
Cuando se construyó la Base Naval de Rota, decían que por motivos tácticos de defensa, cuando el maquinista o el revisor veían a algún pasajero extraño se convertía en sospechoso.[20]

En los primeros años de la Romería del Pinar se ponían trenes para llevar y traer a las personas.
Otros recuerdos de aquel tren de madera con la máquina de vapor, aquel tren que andaba tan despacio que daba tiempo a bajarse, coger un racimo de uvas y volver a subirse, aquel tren con un furgón en cabeza y otro en cola cargado de tomates, pimientos, calabazas, frutos del trabajo de esos trabajadores excepcionales llamados <>, un tren al que los ayudantes de fogonero tenían que echar tierra a los raíles para que agarraran las ruedas, un tren que llegaba muchas veces con tres o cuatro horas de retraso y que a veces no llegaba….., en definitiva tiempos en que al estar construidos los raíles sobre arena, el tren descarrilaba casi a diario, y Cádiz, El Puerto y San Fernando eran abastecidas por las hortalizas de Chipiona y Rota.[21]
Otra curiosidad reseñable, decir que en los años 80 el recorrido era de 36,9 kms, que la velocidad máxima la alcanzaba en la zona del apeadero de La Jara, donde llegaba a los 120 km/h. y que en su recorrido total se tardaba 43 minutos.


Tras muchos años de servicio la línea comenzó poco a poco a ser deficitaria sobre todo debido a los horarios establecidos y porque los autobuses de línea tanto “La Valenciana” como “Los Amarillos” prestaban mejores servicios y más cómodos, con sus paradas en el interior de la población, ya que la Estación de Chipiona, aún existiendo los servicios de coches de caballos de NATERRO o de CASTRO, resultaba lejana para la mayoría de los usuarios, la falta de puntualidad a la hora de salidas y entradas de los trenes, etc.,

Era algo que se veía venir y que los usuarios en primer lugar, las autoridades municipales por otra y los mismos trabajadores de RENFE como el caso de Cristóbal Monge que en escrito dirigido al Consejo Administrador de RENFE con fecha 25 de abril de 1978 advertía de la situación en que se encontraba dicha línea lo hacían entrever. Llegándose al punto de que RENFE en circular nº 129, decidió la conversión de las Estaciones de Sanlúcar y Chipiona en apeaderos en los que los viajeros podían subir a los trenes que partían desde éstos, siéndoles facilitados los billetes en ruta, por los interventores de los propios trenes, durante las horas que no existiese personal de servicio en ellos.

Sin embargo, la escasa rentabilidad de la línea, sus problemas de personal, y la cada vez menor utilización de este tren por los viajeros, motivó que finalmente Renfe optara por retirar la línea Sanlúcar-Puerto.

Tras prestar durante más de un siglo un servicio de primer orden a nuestro pueblo, y en una época dura y pobre, tristemente, el 31 de diciembre de 1984 pasa el último tren o ferrobús por esta línea, con salida de Sanlúcar de Barrameda a las 18,02 horas, pasando por Chipiona a las 18,16 minutos y llegando a Cádiz a las 19,32 horas, quedando anulada dicha línea por las reformas del Plan de RENFE promovidas por el entonces Ministro D. Miguel Boyer, que consideraban que no era rentable este servicio costero, pasando desde entonces a formar parte de la historia. Numerosas personas realizaron este último viaje y en las estaciones del recorrido se habían congregado más gente que de costumbre al objeto de despedirse del tren.
Por lo tanto desde 1985 Chipiona carece de este servicio de trenes llamado “El Tren de la Costa” que enlazaba las poblaciones de Sanlúcar, Chipiona, Rota y El Puerto de Santa María, y que tantos y tantos beneficios trajo a nuestro pueblo, quedando aislados estos pueblos por ferrocarril del resto de la provincia.

Era la última página de 120 años de historia, que se escribía entre lamentos ante la pérdida de algo que se había “dejado morir”, coincidiendo la mayoría de los viajeros en señalar que una de las razones que más habían perjudicado a esta línea había sido el pésimo horario de los viajes.
En septiembre de 1993, técnicos de la Fundación de Ferrocarriles Españoles se reunieron en el Ayuntamiento de Chipiona con el entonces Alcalde Luís Mario Aparcero para estudiar la posibilidad de rehabilitar la línea férrea que enlazaba la localidad con Sanlúcar, Rota y El Puerto. El Ayuntamiento prometió realizar gestiones ante la Junta de Andalucía y RENFE a fin de lograr recuperar esta línea que en opinión del equipo de gobierno municipal favorecería los proyectos turísticos de La Laguna y Costa Ballena. Pero estas gestiones por diferentes motivos no fructificaron.[22]
En los siguientes años estos pueblos guardaron en su trazado los restos de los antiguos viales abandonados, que asistían impasibles al paso del tiempo, tristes y solitarios, con los únicos recuerdos de las muchas historias que vivieron los trenes que las circulaban, hasta que posteriormente fueron levantadas, no sin antes padecer los saqueos de algunos aprovechados para vender tanto los raíles como las maderas, arrebatando así una parte de la historia del lugar.

Una vez desaparecida la línea del ferrocarril de la costa, a los pocos años, RENFE cedió los terrenos de la vía férrea que atravesaban el término de Chipiona a nuestro pueblo para que pasasen a ser de uso y utilidad pública, gracias a un convenio entre RENFE y el Ayuntamiento de Chipiona que hicieron posible la recuperación de estos terrenos. (En este punto es de advertir que dichos terrenos fueron expropiados en 1892 a los entonces propietarios).

Las bases de este convenio se centraban en la posibilidad de la creación de un corredor ecológico ó vía verde que enlazaría las localidades de Sanlúcar, Chipiona y Rota, además RENFE cedió también las instalaciones situadas dentro del casco urbano, como la antigua estación, la casa del guarda barrera y los terrenos próximos al Polígono Industrial de la Lagunilla. (Igualmente expropiados en 1892).

Este corredor ecológico fue presentado por los grupos ecologistas de Sanlúcar, Rota y Chipiona. Uno de los condicionamientos de RENFE era que se respetase la línea de este antiguo ferrocarril, en previsión de que en un futuro lejano pudiera volverse a utilizar como vía de comunicación.[23]

El Ferrocarril de la Costa constituía una más de las vías de acceso a esta villa costera con el exterior. Este trayecto partía de El Puerto de Santa María, donde se unía a la línea Cádiz-Madrid y pasaba por Rota y Chipiona hasta llegar a Sanlúcar de Barrameda. Se inauguró a fines del siglo XIX, lo que acarreó en un principio efectos muy positivos a todas estas poblaciones. Su rentabilidad era muy baja, debido principalmente a la escasez de servicios de que disponía.

El ferrocarril de la Costa podría haber jugado en estos últimos años un importante papel en el desarrollo de estas poblaciones, como agente canalizador de la transformación agraria, el boom de la flor cortada, etc., y como transporte para los actuales núcleos de población existentes hoy entre Sanlúcar y Chipiona, como son la Jara y Valdeconejos, o Las Tres Piedras y la Ballena, entre Chipiona y Rota con una población turística veraniega que pudiera desplazarse a otros puntos de nuestra geografía provincial.


[1].- Enciclopedia Encarta-98 “Ferrocarril”.
[2].- Ana Macías Bedoya, 125 Aniversario de Diario de Cádiz, “Cádiz, Sur de Europa”. Cádiz 1992. Pág. 74.
[3].- "Transporte y Desarrollo Regional en Andalucía". Páginas. 159-160.
[4].- A.C.A.CHI. 15/06/1852. Punto 1. y 21/12/1852.
[5].- "Cádiz, Sur de Europa" Guía General de la Provincia. Diario de Cádiz.
[6].- A.C.A.CHI. 20/05, 10/06/1876 Y 10/02/1877. Y Diario de Cádiz 17-02-2002, Pág. 67.
[7].- A.C.A.CHI. 08/11/1881. P. único.
[8] .- Junta Municipal Ayuntamiento de Chipiona de 01/05/1893. Legajo 336.
[9] Diario de Cádiz 21-08-2007. Pág. 13.
[10].- Pedro Barbadillo Delgado. “Historia de la Ciudad de Sanlúcar de Barrameda”. Pág. 901 a 905.
[11] La Época 17-11-1892. Pág. 4.
[12].- "Diario de Cádiz" 17/12/1997. “Hace 100 años”. Pág. 2.
[13] .-Juan A. Caro Aguilar “El Tren de la Costa”.
[14].- "Diario de Cádiz", 02/03/1998, pag.2.
[15].- "Diario de Cádiz", 06/09/1998. Pág. 2.
[16].- Francisco Wais. “Historia de los Ferrocarriles Españoles”. Madrid 1974, 2ª Edición. Pág. 725.
[17].- A.C.A.CHI. 06/07/1.912. P.2. Folio 71.
[18].- A.C.A.CHI. 05/10/1.912. P.4. Folio 113.
[19] La influencia del Ferrocarril sobre la población de Chipiona. Julio Pérez Serrano, Alejandro Román Antequera y Antonio Luís Mazarro Nogueras. Universidad de Cádiz.
[20] .- Antonio Pedro Barbadilllo. “El Último Tren”. Diario de Cádiz 30/01/1997.
[21].- “Diario de Jerez” 02/01/1985. Pág. 8.
[22] .- “Diario de Cádiz” 02/09/1993.
[23].- "Diario de Cádiz". 17/04/1998. Pág. 20.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Test de conocimiento para concejales de localidades de menos de 20.000 habitantes.-



Conocida la inusitada preocupación de los poderes públicos para elevar la capacidad intelectual y el nivel cultural de todos sus administrados, por aquello de no querer quedar mal ante nuestros socios europeos y más ahora que vamos a alcanzar la Presidencia de la UE, sería recurrente el someter-perdón por la palabra- a todos aquellos concejales de localidades de menos de 20.000 habitantes a un test de conocimiento cultural y político.

Es tan fácil el cuestionario que no creemos que nadie tiemble antes de escribir las respuestas o se ruborice por no saber contestarlas. Lo haremos a manera de decálogo por aquello de mantener la tradición. Cada pregunta vale un punto, así que ánimo y a sacar un diez. Para los que suspendan la prueba no se asusten, que de ello no se deduce la pérdida de su puesto de concejal ni de sus prebendas. En el caso de que se les ponga la cara colorada por la vergüenza, no se preocupen tampoco que eso desaparece con un poco de agua fresquita, eso sí, la estulticia permanece porque para ello aún no se ha descubierto remedio.

1) ¿Qué hizo Adolfo Suárez por tu localidad?
2) ¿Qué político de renombre, aún todavía con responsabilidades, se entrevistó con el general Armada días antes del golpe de estado del 23-F de 1981?
3) ¿Sabes qué partido perdió su identidad en el Congreso de Suresnes?
4) ¿Es verdad que todos los concejales sin excepción dan su vida y trabajan 24 horas diarias por su localidad?. Razona la respuesta si ello es posible.
5) ¿Si alguna vez los GEOS ocuparan su ayuntamiento, se quedarían tranquilos como Suárez y Carrillo sentados en sus asientos o correrían solícitos hacia los agentes mascullando con voz atiplada aquello de “yo no he sido”. Advertencia: si se contesta “yo no he sido”, va reconocida implícitamente la culpabilidad, aunque sea por omisión.
6) ¿Sabes quien fue la X del Gal por acción u omisión?
7) ¿Es verdad que Ortega y Gasset fueron dos y no uno como generalmente cree el vulgo?
8) ¿Sabes qué teoría aplicaba Goebbels en su ministerio de Propaganda? PD. Perdonamos que no contestes la definición si a cambio nos explicas un ejemplo práctico que ello seguro que lo sabes.
9) ¿Sabes quién era un tal Montesquieu ?. PD. Se permite consultar la Wikipedia.
10) ¿Sabes por qué esta encuesta sólo va dirigida a concejales de localidades de menos de 20.000 habitantes? PD. En esta pregunta se permite contestar con la ayuda de la bruja Lola.


Como habrás podido comprobar no es tan difícil la prueba por lo que te felicito si has sacado un diez. En el caso de que hayas suspendido no te desanimes, saca un poco de “morro” al asunto que de eso seguro sí que sabes.

domingo, 15 de noviembre de 2009

LA CIUDAD AZUL


Por José Miranda de Sardi(1899-1936)

Envuelta en la clámide luminosa del Atlántico, Cádiz, la hermosa ciudad de imponderables tradiciones liberales, vibra a diapasón con el ritmo febril de la vida moderna, como un gigantesco caracol marino henchido de armónicas resonancias musicales.

El origen de Cádiz, se pierde en la nebulosa de la prehistoria. Mientras unos historiadores afirman que sus primeros pobladores fueron los fenicios, sostienen otros que los fundadores de Gades o Gadir fueron persas o celtas.

Al cronista sin embargo no le preocupa gran cosa tan debatida cuestión, ya que en estas líneas no se tiende a dilucidar un embarullado lío histórico, sino a constatar y exaltar el siguiente hecho indudable; Cádiz existe.

Es una venturosa realidad, que abre los gajos de sus calles simétricas a los fragantes estremecimientos de las brisas marinas y a la sinfonía azul de las mareas rumorosas. Cuando se entra en Cádiz por primera vez, en tren o en automóvil, después de haber anegado el alma en un lago de ideas blancas sugeridas por las salinas de Puerto Real y San Fernando, siente el viajero la embriaguez divina de las fulgurancias azules.

Para mí, Cádiz es, ante todo y sobre todo, una gran luz azul que irradia su portentosa claridad de lámpara votiva sobre el añil desvaído de la bahía apacible. Y las aguas encantadas de la bahía, aprisionan en su seno de topacio la imagen señorial de Cádiz – Luz, meciéndola dulcemente en su regazo de cristal, lleno de palpitaciones maternales. Por este luminoso fenómeno de espejismo, o de sortilegio brujo, Cádiz desdobla la maravilla de su vigorosa personalidad y vive a un tiempo mismo ceñido por la angustia de sus murallas seculares, y posado como un albatros sobre el espejo de la bahía, sosteniendo quizás en permanente apoteosis por los hombros oferentes de sus tritones y sirenas.


El milagro es tan prodigioso, que si el bosque de chimeneas, jarcias y mástiles de los buques surtos en el puerto no señalara a manera de hito la línea divisoria entre el Cádiz material y tangible, y el irreal y fantástico, el pobre viajero fascinado llegaría a caer en el agua, como esos miopes aturdidos que al pasear su natural torpeza por los salones señoriales tropiezan con los espejos creyéndolos prolongación de las regias estancias.
El cronista ha sentido como nadie la llamada imperiosa de estos mirajes alucinantes y hubiera saciado más de una vez su sed de azul en las aguas somnolientas si la oficiosidad del amigo no le hubiese advertido a tiempo de la doblez hipnótica de sus mágicas transparencias.




Pero no todo en Cádiz es paisaje de abanico ni decoración fantasmagórica. El ritmo vibrante de trabajo tiene también su marco triunfal en la fulgurante <<>> y mezcla sus jadeos atormentados con la epifanía orquestal de las mareas musicales. Cádiz sin perder por ello su condición esencial de ciudad encantada, abre todos sus poros al polen fecundo del trabajo y se impregna, como una esponja de ingentes dinamismos vitales y todos los años muda la piel vistiéndose una nueva túnica de plata, como los ofidios sinuosos o como los crustáceos de nácar que pululan en su caleta.
Con su ponderado bagaje cultural, base inconmovible de su liberalismo histórico, la ciudad azul ama a los niños y a las flores y sorprende al viajero con sus jardines robados al mar, como la joyante alameda de Apodaca y el luminoso paseo de Canalejas, o tatuados en la carne viva de la población, como la plaza de Castelar y la de Mina.
El parque Genovés es otra imperial presea donada por el Atlántico a la ciudad, que la guarda amorosa en el estuche aterciopelado de sus frondas perfumadas, llenas de un ingenuo clamor de voces y risas infatigables mezcladas con temblorosos aleteos de pájaros y geórgicas armonías de surtidores. Al extremo sur del parque se yergue el <<>>, blanco y hospitalario.
Desde alta mar los navegantes contemplaran la alba silueta del hotel como un pañuelo amigo tendido al viento en despedida fraterna, bajo la vigilancia paternal de la torre Tavira. Y el monumento a las Cortes, dolmen moderno erigido a la libertad y al derecho de los pueblos, hablará a las almas insumisas y errantes de los nautas y de los pasajeros de las naos fugitivas, de sagradas rebeldías ciudadanas próximas a plasmar en gestas de motín y de revueltas para restituir sus fueros y prerrogativas al pueblo soberano, brutalmente lapidado por las manos crueles de la injusticia. Bien merece este colosal recuerdo de piedra y bronce las famosas Cortes que dieron a España el primer código fundamental del Estado, crisol de las libertades públicas que aún disfrutamos, no en toda la generosa amplitud que imprimieron a su labor los preclaros patriotas doceañistas.

En el centro de la capital, guardando la misma relación de distancia que en el cuerpo humano el corazón y el estómago, la Casa de Correos levanta su aristocracia espiritual junto a la achaparrada plebeyez de la plaza de Abastos. Ante la primera, hemos pensado en el dolor lacerante que experimentaran los analfabetos abrumados por la grandeza del edificio, inútil para ellos, y hemos abierto nuestra sensibilidad afectiva a los imperios naturales de la piedad, una gran piedad para los hambrientos de espíritu, acaso mayor que la que sentiríamos ante los que supiéramos hambrientos de los manjares y vituallas encerrados en el vientre deforme de la segunda. Pero todos estos hambrientos serán hartos, porque Cádiz, la ciudad azul que abre los gajos de sus calles simétricas a los fragantes estremecimientos de las brisas marinas, hará un día honor a su brillante ejecutoria liberal. No olvidemos que sobre el espíritu luminoso de la ciudad, y envuelto como ella en diafanidades azules, flota el alma atormentada de Fermín Salvochea.


José Miranda de Sardi
Cádiz - Mayo de 1930

DEL LIBRO DE JUAN LUIS NAVAL Y MANUEL JURADO

martes, 10 de noviembre de 2009

Perfil de José Joaquín Gallardo en El Correo de Andalucía



Por Rocío Velís

Lunes por la mañana, en una calle de la Alfalfa. Ajeno al bullicio de su barrio, Gallardo cumple uno de sus rituales más preciados: tomarse los lunes al sol. Un café, el primero de los muchos que le seguirán a lo largo del día y la noche, un cigarro y uno, dos, tres, cuatro y hasta cinco periódicos sobre la mesa de uno de los típicos bares a los que le gusta ir y donde ya le conocen. Sólo el constante ring de su teléfono móvil interrumpe su momento de relax, el que se toma después de haber trabajado el sábado y el domingo por la tarde en su despacho de la Avenida de la Constitución.
Lector compulsivo de prensa, cuelga el móvil e intenta devorar cada uno de los diarios que compra cada día sin excepción, pero no para recortar el cupón de la vajilla o de la colección de DVD, sino por puro amor a ese arte de contar las cosas. Y es que Gallardo encierra en su corazón un periodista con “vocación frustrada”, como él dice, aunque pudo hacer sus pinitos en alguna radio y como corresponsal de un periódico de Cataluña, cumpliendo lo que le ordenó su madre tras negarse a estudiar Ingeniería: “tú estudia para abogado y después si quieres escribe en los periódicos”.
Quizá por eso entiende tan bien a los plumillas a los que siempre trata amablemente, aunque no por ello se le puede tachar de abogado mediático, pues nunca habla de los casos que se trae entre manos -que no son pocos en 30 años de ejercicio- porque entiende que un abogado debe ser “como un cura” y que lo que el cliente le revela en un despacho no debe salir de allí.
Enganchado al móvil, siempre está dispuesto a atenderlo, aunque esté de viaje o en pleno acto institucional. El decano del Colegio de Abogados recibe ahora más llamadas de lo habitual porque son muchos los que le telefonean estos días para felicitarle por la Cruz de Honor de San Raimundo de Peñafort, que le fue otorgada hace diez años, pero que no le ha sido impuesta hasta ahora porque nunca “encontraba el momento propicio”. ¿En diez años? Más bien se trata de una cuestión de humildad porque aunque está acostumbrado a la prensa, a las cámaras y a los aplausos como decano del Colegio, no le gusta figurar cuando se trata de algo personal como lo es este reconocimiento. Para él la mejor medalla es un apretón de manos o un abrazo sincero.
Las cuatro mujeres de su casa, su esposa y sus tres hijas, son una de las pasiones de Gallardo, a las que dedica el poco tiempo que le deja su otra pasión: la Justicia, de la que hace gala no sólo en los juzgados, sino también en la vida. A ella le dedica prácticamente las 24 horas del día, entre su despacho y sus obligaciones como decano, cargo que lleva desempeñando desde hace casi 15 años, de los 22 que ya ha consagrado al Colegio. Es el único que ha logrado ser reelegido dos veces en los tres siglos de la entidad.
Hombre profundamente creyente, pertenece a tres hermandades, aunque no se declara un capillita al uso. Se crió en el barrio de San Vicente, aunque su padre era un sencillo agricultor de Mairena del Aljarafe, de ahí su vinculación con la Soledad de San Lorenzo. Por lazos profesionales pertenece a las Siete Palabras y al Silencio, sin olvidar el amor que le profesa a la Virgen de la Macarena, ante la que se casó estando ésta en solemne besamanos.

Sevillano por los cuatro costados, vive al máximo las tradiciones de la ciudad, que le premió con su medalla en 2005, hasta el punto de haber sido el Rey Gaspar en la cabalgata de 1998. Eso sí, ni del Sevilla ni del Betis, de la Selección Española porque no le gusta que le encasillen, va por libre. Sólo el Faraón de Camas ha logrado que Gallardo se deje etiquetar como currista de pro.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

0rigen del juego del ajedrez, por Manuel Jurado Domínguez




El comienzo o la invención de este noble juego, está recogido en un pergamino árabe, que según historiadores cualificados lo sitúan en el siglo XII, y el cual se conserva en el museo británico.

Dicho pergamino árabe, se encuentra traducido al castellano, en la década de los años treinta, (1.934) por el insigne arabista español y sacerdote jesuita D. Félix Pareja, que a su vez lo editó en una sola edición, y cuyas copias, tanto en castellano como en árabe se encuentra en el archivo de la Biblioteca Nacional en Madrid, y del cual transcribo al pié de la letra.

Por lo que toca a su origen, fue su inventor Susan b. Dahir al-Hindi, identificado con una dinastía india, contemporánea de los Omeyas y con los Jerjes. Según nos cuenta a tal propósito el gran jugador, al-Adli al-Rumi, jugador muy renombrado en su tiempo y contemporáneo de los Califas al-Watiq (+227 héjira=842 j.c.), y al-Mutawkkil (+232 héjira=847 j.c.).

Estaba enfermo cierto rey de la India, y la obsesión de su enfermedad se había apoderado de él. Le prescribieron que se distrajera de ésta idea fija por medio de algo agradable que le divirtiera. Con esta ocasión elaboró Susan b. Dahir al-Hindi el juego del ajedrez; y el rey, después de haber expresado su contento y elogio por la invención, le dijo: PIDE UNA RECOMPENSA. El pidió que le diera un dirhem por el primer escaque y que fuese doblado progresivamente este número en cada uno de los escaques restantes.
Repuso el rey: por Dios, que me asombra que un hombre como tú, que ha sido capaz de idear un juego tan maravilloso, no acierte luego a desear más que recompensa tan menguada. Que le den lo que pide. Pero cuando llegó el asunto a oídos de su visir, se presentó este ante el Rey y le dijo: Has de saber, Oh Rey, que aunque vivieras mil años, y afluyesen a ti durante ellos todos los tesoros de la Tierra, no llegarías a poderle pagar lo que te ha pedido.

La cantidad que resulta de doblar el primer en cada uno de los escaques restantes, es 18.446.744.073.709.551.615 dirhen. (Cifra recogida en el pergamino árabe).

Dicen algunos sabios que el número que resulta de doblar progresivamente el número de los escaques del ajedrez es el de las brazas que mide la Tierra; por eso se han construido de ocho escaques por lado (?) (Razonamiento que no entiendo).

Su nombre original del sánscrito, CHATUR-ANGA, que deriva al nombre persa de CHATRANG, (derivación sánscrita de su nombre hindú). Requería el CHATUR-ANGA para su juego cuatro jugadores con ocho piezas cada uno de ellos: cuatro figuras y cuatro peones llamados APACHALAS, que están relacionados con los cuatro cuerpos del ejercito hindú, infantería (Peones), caballería (Caballos), elefantes (Alfiles) y carros de combate (Torres), y en un principio eran los dados los que decidían cual de las piezas debía moverse; su posterior eliminación, sustituyendo el azar por la reflexión y la técnica, marca el paso mas importante en la larga historia del ajedrez.

A partir de la India, las vías de su difusión por el mundo fueron diversas; una de ellas seria la que a través de China introdujo el ajedrez en Japón; la segunda seria la que hizo conocer el juego en Rusia y los países Escandinavos y sobre la que se ha discutido la fecha en que pudo suceder, ya que mientras en el pasado se mantenía la opinión de que el juego fue introducido a raíz de las invasiones de los mongoles y ya bajo su forma árabe, según opiniones recientes de investigadores soviéticos su introducción en la Rusia meridional podría datarse en los siglos V-VI, aun bajo la forma hindú de Chatur-Anga.
El Imperio de Oriente concoideó el juego directamente de los persas; el ZATRIKION (antiguo nombre griego del ajedrez) estaba extensamente difundido en la sociedad bizantina en el siglo VIII. Dados sus frecuentes contactos con el Imperio de Oriente, es poco probable que Occidente hubiese ignorado el juego antes de la expansión árabe. Por otra parte, descubrimientos arqueológicos en la Campania (Italia) y en catacumbas cristianas han valorado la hipótesis de que el juego pasó directamente desde Persia al Imperio Romano ya en los siglos III o IV, no muchos años después de su invención y su introducción en Persia.



De la difusión en Occidente del ajedrez únicamente se puede hablar de una forma exacta tras la expansión de la cultura y la dominación árabe a partir del siglo VIII. Los árabes, que habían aprendido el juego de los persas cuando conquistaron el país (641 después de J.C.), lo llamaron SHATRANJ, que origina su actual nombre AJEDREZ, e introdujeron algunas variaciones en el movimiento de las piezas.



DE COMO EL AJEDREZ LLEGA A SER PATRIMONIO Y CULTURA DE ANDALUCIA

Al conquistar los árabes España, Córdoba tiene la fortuna de ser la Capital del califato y por supuesto hace suya la cultura árabe, y por supuesto entre ellas, recoge el juego del Ajedrez.

Y ello es así, porque el Ajedrez, al ser un juego de origen hindú, fue introducido en la Península Ibérica por un iraquí, (ZIRYAB?) en el siglo IX, por ello Córdoba tiene la fortuna de ser la ciudad donde se jugó por primera vez en el al-Ándalus este noble juego. Conocemos que el emir Muhammadi (852-886) tenía pasión por el Ajedrez y solía jugar con su fatá A`idum que lo dominaba a la perfección.

El Ajedrez era junto al Kurray, (juego parecido al ajedrez que se jugaba con dados) los dos juegos por los que los andalusíes tenían pasión.

En la época de los taifas lo jugaban, tanto cristianos cómo musulmanes del norte y del sur de la Península Ibérica.

El emir taifa de Sevilla Almu'tamid (siglo XI) poseía un juego de ajedrez cuyo tablero era una maravilla de precisión, y cuyas piezas eran de ébano y de madera de sándalo con incrustaciones de oro.

Curiosamente se conserva actualmente dos piezas de ajedrez de marfil de la misma época. Son dos peones de ajedrez de cuatro caras; en una de ellas a una mujer envuelta en manto y sentada sobre un trono, en otra cara a un pavo real, en la siguiente a dos gacelas echadas, y en la última a un guerrero de lanza y escudo.

El ajedrez ha sido siempre jugado por reyes y militares, pues cómo ya dijimos en nuestro primer apartado simbolizaba a las cuatro armas del ejército hindú.

Refiriéndonos al juego de ajedrez del emir de Sevilla Almu'tamid, famosa fue la anécdota que mantuvo con el rey cristiano Alfonso VI y que paso a contarle.

Teniendo el rey Alfonso VI puesto en sitio la ciudad de Sevilla, llegó a sus oídos la maravilla de juego de ajedrez que poseía su enemigo en contienda guerreras, y en una entrevista que mantuvo con él pidió que se lo mostrara. Tan maravillado prendado quedó de él, que le rogó que se lo regalara, a lo cual, el emir que su vez era un gran jugador de ajedrez, y gran practicante de este juego, le propuso el siguiente trato: jugarse en una partida el sitio de Sevilla.

El trato consistió en que si el rey cristiano ganaba la partida, se quedaba con el juego de ajedrez completo y con la ciudad, y si perdía, se quedaba sin juego y a su vez levantar el sitio de Sevilla y retirarse con sus tropas, a lo que el rey muy ufano accedió. Como el avispado lector comprenderá, Alfonso VI cayó en la trampa, perdió la partida, perdió el juego y perdió la ciudad, cosa que el rey no quiso, pero que sus nobles caballeros le obligaron a cumplir su palabra.

De dicha partida cantan los versos de un anónimo poeta:
¿No visteis que el peón (BAYDAQ) de los infieles (KUFFAR) había hecho dama (FARZANA=ALFERZA), mientras nuestro rey (SAH) estaba en las últimas casillas, en el jaque mate (SAH-MATE)?

Precisamente expresión jaque mate deriva del Sah-mate, formado por la palabra árabe sah rey en el ajedrez, (derivada del persa Sah, rey de los persas) y del verbo árabe mat que significa: terminar apresar.




Con todos estos datos comprobados históricamente, llegamos a la conclusión de que el juego del ajedrez es patrimonio y cultura del pueblo de Córdoba y ubicándose en Andalucía y asumiendo dicho patrimonio cultural. Más tarde con el choque de las culturas, cristianas, y árabes en Toledo durante el Siglo XIII fue transmitida por toda la Europa Occidental, y, posteriormente con el descubrimiento de América, se transmitió al resto de los continentes.

Esta segunda parte del trabajo, pertenece al extracto del discurso, que nos comento el insigne arabista cordobés y académico numerario de la REAL ACADEMIA DE CORDOBA, DE CIENCIAS, BELLAS LETRAS Y NOBLES ARTES, Ilmo. Sr. DON ANTONIO ARJONA CASTRO.

Según nos comenta el también académico Ilmo. Sr. DON MANUEL NIETO CUMPLIDO en su libro, "ISLAM Y CRISTIANISMO", en el 1.499, en la época de los Reyes Católicos, El Ajedrez alcanza la categoría de juego de intelectuales y nobles. La arqueta de marfiles, que existe en la localidad de Priego de Córdoba, en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, el fondo de dicha arqueta, es parte de un tablero de ajedrez del siglo XIV (segunda mitad).

En el inventario de bienes del noble Don Pedro de Guzmán (1.479) aparecen las piezas del juego de marfil. También nos cita las alusiones al juego en las poesías cordobesas de Alfonso Alvarez de Villasandino y de Juan Alfonso Baena, que aparte de asegurarnos la ortografía correcta del nombre de Belmez, demuestran la acogida que tuvo el ajedrez entre los hombres más cultos de la sociedad cordobesa de comienzos del siglo XV.

Por ende, señor, ayamos un juez
que sepa muy bien jugar el axedrez
porque conosca quien guarda Belmez
efable limado sin mal consonante.




jueves, 29 de octubre de 2009

Carlos Carnicer, impuso la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort al decano del Colegio de Abogados de Sevilla, José Joaquín Gallardo



El Presidente del Consejo General de la Abogacía Española, Carlos Carnicer, impuso la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort al decano del Colegio de Abogados de Sevilla, José Joaquín Gallardo, en un acto que copresidió el Cardenal Arzobispo de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo, y ha hecho la presentación Alfredo Flores, ex fiscal jefe sevillano.. El Ministerio de Justicia concedió esta “importante distinción” al decano de los abogados sevillanos, —hace ahora diez años—, “en atención a los méritos que como jurista concurren en su persona”, por sus méritos como jurista y por los servicios prestados a la Administración de Justicia, si bien, según fuentes colegiales, el propio José Joaquín Gallardo ha venido pidiendo a la Junta de Gobierno de la Institución que “se pospusiese el acto de imposición de esa condecoración”.




A dicho acto, asistieron también el presidente de la Unión Internacional de Abogados, Bernd Reinmüller, el presidente del Consejo Andaluz de Colegios de Abogados, José María Rosales, representantes institucionales de la abogacía española, autoridades judiciales sevillanas y representaciones de los principales estamentos jurídicos hispalenses. Alfredo Flores, ex fiscal jefe ahora dedicado al ejercicio de la abogacía, hizo la presentación de los méritos que concurren en Gallardo y a continuación éste agradeció un premio que, a su juicio "es un reconocimiento a toda la abogacía sevillana y no solo a quien les representa".




En su discurso, Gallardo ha destacado la faceta de servicio público que conlleva cualquier labor representativa y ha criticado aquellos casos "miserables" de personas que "se sirven de su cargo para sus intereses particulares". "Por desgracia, en numerosas ocasiones en la política y en otros ámbitos se incumplen descaradamente los mandamientos del servicio público", ha dicho, lo que "redunda en perjuicio de la credibilidad de las instituciones, del sistema y en contra de los ciudadanos". Se la concedieron hace diez años, pero hasta ayer no le fue impuesta porque hasta ese día "no fue el momento propicio".




Al final, José Joaquín Gallardo, el decano del Colegio de Abogados, recibió la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort como él quería: "En la casa de todos los abogados sevillanos". Hasta allí fueron muchos los compañeros que quisieron arroparle en este momento, "con el que se honra a toda la abogacía sevillana", señaló Gallardo tras recibir la medalla. Una década ha tardado en decidirse a lucirla, desde que en 1999 el entonces director general de Justicia y actual portavoz del PP en el Ayuntamiento, Juan Ignacio Zoido, le llamara por teléfono para anunciarle la designación. Desde ese momento, Gallardo se empeñó en saber quiénes eran las personas que habían rubricado la petición. "Hoy sé que eran el cardenal Carlos Amigo Vallejo, la entonces alcaldesa Soledad Becerril y tres decanos antecesores: José Ángel García Fernández, Manuel Rojo Cabrera y José Antonio Moreno Suárez". "Me alegré profundamente", dijo el decano, "y sabía que era obligado hacer un acto de imposición en honor a todos los letrados de Sevilla", ya que aseguró que se trata de "una distinción a todos los letrados, no sólo a mí".




Gallardo recibió la medalla de manos del presidente del Consejo General de la Abogacía Española, Carlos Carnicer, quien bromeó con el retraso. "Hemos tenido que rogar a la Unión Internacional de Abogados que celebre su congreso anual en Sevilla (que se inauguró ayer) para que le impusieran la medalla", señaló. De hecho, al acto también acudió el presidente de la entidad internacional Bern Reinmüller; además del cardenal Carlos Amigo Vallejo, quien le dedicó unas palabras; y la fiscal jefe de Sevilla, María José Segarra como única representantes del poder judicial. "Sevilla tiene un decano especial", dijo Carnicer después de que el cardenal alabara la "dedicación, la sabiduría, la modestia y la fe" de Gallardo, de quien destacó sus dos grandes amores en la vida: su familia y la Justicia.




La laudatio inicial fue pronunciada por el ex fiscal jefe y actual abogado Alfredo Flores, que hizo hincapié en los 30 años que José Joaquín Gallardo lleva "luchando por la Justicia”. Cerró su discurso comparando "el saber del letrado que trabaja sin más ayuda que la Ley" con la faena de un torero vista "desde el tendido cinco de la Real Maestranza de Caballería". Por su parte, Gallardo comenzó su discurso, en el que intentó apartar "las emociones y los sentimientos", criticando "la actitud miserable de los que se valen del cargo público y engañan a los que le han depositado su confianza", dos mandamientos que dijo "son fundamentales para la vida política". Este principio de servicio es el que ha intentado seguir "fielmente en los últimos 14 años", destacando la importancia de la Justicia en la sociedad, "sin la que no sería posible el Estado del Derecho", y de la "obligación moral, ética y visceral del letrado de hacer todo lo posible para estar al servicio de los demás".




Por último, Gallardo agradeció la medalla a la "abogada nuestra", la Inmaculada Concepción, patrona del Colegio. El acto estuvo presidido por Carnicer; el condecorado; el cardenal arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo; el presidente de la Unión Internacional de Abogados (UIA), Bernd Reinmüller, y la fiscal jefe de Sevilla, María José Segarra.Pero fue el ex fiscal jefe y abogado Alfredo Flores, quien abrió el acto recordando que la distinción fue concedida a José Joaquín Gallardo allá por 1999, y glosó que el decano de los abogados sevillanos lleva ejerciendo como letrado desde el 13 de febrero de 1979, periodo durante el cual «hemos compartido amistad y debate jurídico».




Se refirió también a la precariedad de medios de la que adolece la Administración de Justicia cuando dijo: «Los abogados tenemos que ser justos, honestos y estar bien preparados, pero no mártires arrojados a la escasez».Tras ello tomó la palabra Gallardo, quien comenzó su intervención aseverando que «cualquier cargo público sólo se justifica desde la base del servicio a los demás, por lo que consideró que es miserable servirse del cargo y, con ello, engañar a los que depositan en tí la confianza».




Por su parte, el cardenal destacó que «honramos a Gallardo porque nos honra con su dedicación, su ejemplo, su sabiduría y su fe», mientras que Carnicer puso de manifiesto que la condecoración que ayer fue entregada «no vale nada, pero lleva en ella el corazón de toda la abogacía». «Sevilla tiene un decano especial», sentenció.Carnicer dejó claro que los abogados también tenemos que defender a los miserables y que la «clave de la justicia es proscribir la venganza».Terminó su intervención reconociendo la paciencia y comprensión de la familia de Gallardo, volcado en su trabajo, y en especial de Reyes, su mujer.«Reyes -le dijo- gracias por lo que has soportado y lo que te queda...».

martes, 27 de octubre de 2009

Imposición de la Cruz de Honor de San Raimundo de Peñafort al decano de los abogados de Sevilla, José Joaquín Gallardo




El Presidente del Consejo General de la Abogacía Española, Carlos Carnicer, impuso la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort al decano del Colegio de Abogados de Sevilla, José Joaquín Gallardo, en un acto que copresidió el Cardenal Arzobispo de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo.
El Ministerio de Justicia concedió esta “importante distinción” al decano de los abogados sevillanos, —hace ahora diez años—, “en atención a los méritos que como jurista concurren en su persona”, si bien, según fuentes colegiales, el propio José Joaquín Gallardo ha venido pidiendo a la Junta de Gobierno de la Institución que “se pospusiese el acto de imposición de esa condecoración”.
A dicho acto, asistió también el presidente de la Unión Internacional de Abogados, Bernd Reinmüller, el presidente del Consejo Andaluz de Colegios de Abogados, José María Rosales, representantes institucionales de la abogacía española, autoridades judiciales sevillanas y representaciones de los principales estamentos jurídicos hispalenses.

domingo, 25 de octubre de 2009

El martes se impone la Cruz de Honor de San Raimundo de Peñafort al decano de los abogados sevillanos José Joaquín Gallardo.



El Presidente del Consejo General de la Abogacía Española Carlos Carnicer impondrá el próximo martes 27 de octubre la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort al decano del Colegio de Abogados de Sevilla José Joaquín Gallardo, en un acto que copresidirá el Cardenal Arzobispo de Sevilla Fray Carlos Amigo Vallejo.

El Ministerio de Justicia concedió esa importante distinción al decano de los abogados sevillanos hace ahora diez años "en atención a los méritos que como jurista concurren en su persona" .
Si bien, según fuentes colegiales, el propio José Joaquín Gallardo ha venido pidiendo a la Junta de Gobierno de la Institución que se pospusiese el acto de imposición de esa condecoración.

Asistirán también al acto el presidente de la Unión Internacional de Abogados Bernd Reinmüller, el presidente del Consejo Andaluz de Colegios de Abogados José María Rosales, representantes institucionales de la abogacía española, las primeras autoridades judiciales sevillanas y representaciones de los principales estamentos jurídicos hispalenses.

La imposición tendrá lugar en el transcurso de un acto estrictamente colegial que se celebrará en la sede del Colegio el próximo martes a las trece horas, antes de que esa misma tarde se inicie en el Teatro de La Maestranza el 53º Congreso de la Unión Internacional de Abogados, que durante toda esta semana reunirá en Sevilla a mil abogados de más de 70 países de los cinco continentes.

sábado, 24 de octubre de 2009

Los efectos del Terremoto de Lisboa de 1755 en Chipiona y la procesión del Cristo de las Misericordias


Por Manuel Jurado Domínguez.


Un año más, la Hermandad del Santísimo Cristo de las Misericordias volverá a procesionar la Imagen hasta la Cruz del Mar, para conmemorar aquel terrible y desolador terremoto acaecido en la ciudad de Lisboa en el año de 1755, y que tanto daño causó en nuestro pueblo.

El sábado día uno de noviembre de 1.755, tuvo lugar uno de los terremotos más fuertes sufridos por la provincia de Cádiz. Según un informe de Alfonso de Cabrera, Administrador de la época del Duque de Medina Sidonia, publicado por la Fundación Archivo Casa de Medina Sidonia, nos relata como acontecieron los hechos y dice: ". el sábado 1º de noviembre de 1.755, cerca de las 10 de la mañana hallándose el día muy apacible y sereno, se experimentó en el Estado de dicho Eximo. Sr. y toda su comarca un furioso temblor de tierra que duró de 10 a 15 minutos, al que siguió poco después una precipitada inundación del mar, ocasionando por el reventó que por ella dio el aire encarcelado en las entrañas de la tierra, causando esto dos movimientos de tierra y agua...".

El epicentro de dicho Terremoto se encontraba sobre el cabo San Vicente, pero dado los graves destrozos materiales ocasionados así como el elevado número de víctimas mortales causadas en Lisboa, es por lo que se le conoce como el "Terremoto de Lisboa". El número total de víctimas se estimaron en torno a las 60.000 y con una intensidad de 8º en la escala de Mercalli.

Aquí en Chipiona, donde según Fco. Sace, el Terremoto de 1.755, fue una de las mayores catástrofes ocurrida en nuestra localidad. Las aguas se retiraron de las costas en dirección mar adentro, volviendo con una fuerza embravecida contra los muros que protegían al Santuario de Regla y al Humilladero, llegando a dejarlo totalmente destrozados, estos muros años más tarde, sobre el 1.789, tuvieron que ser reconstruidos por otros más fuertes y de mayor grosor en previsión de otros posibles avatares del mar.

En la parte poblada del pueblo y más concretamente en la parte del "muellecito" y del "barrio", el agua entró por el pueblo inundando parte de este. La población de entonces, unas mil personas, para salvar la situación sacaron en procesión al Santísimo Cristo de la Misericordia, una imagen de la cual no existe autoría, aunque algunos expertos la atribuyen a la escuela de Roldán. De esta imagen se tiene noticias desde el año 1.550, así como de su cofradía que data de ese mismo año. El Cristo fue llevado en rogativa a la playa, bajando las aguas por lo que se entendió que fue un milagro. En aquel lugar se puso una columna con una cruz de hierro, es por lo que se conoce hoy en día como Cruz del Mar. La actual Cruz es obra J. Antonio Sánchez Bedoya.

Frente a la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la O, existe una pequeña Ermita donde se encuentra el Cristo de la Misericordia, el cual cada año y siguiendo la tradición popular sale cada primero de noviembre en procesión para conmemorar aquellos acontecimientos vividos por el pueblo de Chipiona a causa del Terremoto de Lisboa de 1.755.

Esta Ermita, según nos cuenta Manuel Vidal, fue en su día una bodega de la casa de la familia Miranda Nieto, la cual al principio fue cedida a la Hermandad y hoy en día los herederos de la finca, los Sres. Máximo y José María Miranda han tramitado las escrituras a nombre de la misma.

La capilla antigua tenía un artesanado de madera con tejas a dos aguas y sus ventanas eran de ojo de buey (redondas). El retablo mayor, según nos cuenta el Sr. Vidal, antiguamente era de tipo Rocalla en el cual estaba en una hornacina a la izquierda la Virgen de la Soledad (de la cual hablaremos en otra entrega), a la derecha existía un San Cristóbal, este fue vendido por la hermandad a finales de los años 50 y su precio fue de 500 ptas. En la parte alta de este retablo, en el centro, existía una hornacina con un San Francisco de unos 60 cm. de altura, obra del siglo XVI. La Imagen del Santísimo Cristo de las Misericordias ocupaba el camarín central preferente, lugar que sigue ocupando hoy en día así como un niño Jesús, atribuido a la Roldana y que es titular de la Hermandad

La Hermandad como hemos dicho data del año 1550, actualmente consta de una Junta de Gobierno y un total de 510 hermanos los cuales pagan una cuota . Fue a partir de 1981 cuando a los pasos se le quitan las ruedas para ser sacado a hombros por hermanos costaleros. Estos también son los costaleros de la Virgen de Regla.

Para terminar decir, que el pueblo de Chipiona ha de volcarse cada uno de noviembre en acompañar al Santísimo Cristo de las Misericordias, ya que se conmemora un echo histórico, que tuvo graves consecuencias para nuestros antepasados, los cuales vieron en el Cristo su salvador.

Manuel Jurado Domínguez
Investigador de Historia

sábado, 17 de octubre de 2009

Pujol asegura que el PSOE le pidió en 1980 sustituir a Suárez por un militar


Con esta revelación confirma que aún no está investigada la trama civil del 23-F

Por Juanito Zahor

Ya en los meses posteriores al fallido golpe de estado del 23F de 1981, quedó claro para cualquier mortal medianamente inteligente que los implicados en el mismo no eran solamente los famosos Tejero, Milans del Bosch o Armada, entre otros. También quedó claro que era muy sospechoso que solamente un civil, el sindicalista de extrema derecha, Juan García Carrés, fuese el único implicado en la trama. Por aquello de salvar la democracia pronto todo quedó tapado, finiquitado y visto para sentencia.
La segunda parte de las memorias del ex presidente catalán Jordi Pujol, contribuyen ahora a poner un poco de orden de parte de la verdad de qué ocurrió en ese golpe de estado fallido y reverdecen polémicas olvidadas antaño interesadamente. Pujol desvela en su segundo volumen de memorias que, en 1980, el dirigente socialista (*)Enrique Múgica le propuso, en la "obsesión" del PSOE por hacer caer a Adolfo Suárez, sustituir al entonces presidente del Gobierno por un militar de "mentalidad democrática".
En un momento de grave crisis política por la debilidad de la UCD, Pujol ha revelado que recibió a finales en verano de 1980, en su casa de Premià de Dalt (Barcelona), a Enrique Múgica, entonces destacado dirigente socialista, que posteriormente llegó a ser ministro y hoy es el Defensor del Pueblo.
Según Pujol, la visita tenía por objeto "preguntarme cómo veríamos que se forzase la dimisión del presidente del Gobierno y su sustitución por un militar de mentalidad democrática".
"Le manifesté mi desacuerdo total. Esta visita, con otros hechos, habla de una prisa muy grande de los socialistas por llegar al poder. En definitiva, muy poco responsable". Múgica ha querido desmentir ese episodio, tachándolo de "ocurrencia inventada". Según él, nunca propuso cambiar al entonces presidente, Adolfo Suárez, por un militar. Por su parte, Jordi Pujol no está dispuesto a que lo dejen por mentiroso. Ni a él ni a sus memorias. 'Múgica vino a verme, y eso va a misa', ha dicho textualmente.Pujol tiene varios documentos que, en su opinión, prueban esos movimientos del PSOE. Pero el principal testimonio es él mismo, que compartió aquella comida con Múgica y le mostró su rechazo a la idea de sustituir a Suárez. “Además, el ex presidente de la Generalitat se ha apoyado en un libro de reciente aparición, 'Anatomía de un instante', de Javier Cercas, y otro de 2001, 'El 23-F a Catalunya', de Pere Cullell y Andreu Farràs. En ambos se hace alusión a los movimientos del PSOE previos al 23-F para buscar una solución al desconcierto del Gobierno de Suárez."Tiene toda la lógica. Múgica también iba a ir en el Gobierno de Armada. En uno de esos libros [el de Cercas] sale como ministro de Sanidad. Yo le dije que ni hablar", sostiene Pujol Por su parte, con su cinismo acostumbrado y pretendidamente monjil, Armada asegura no saber nada del plan de Múgica para desplazar a Suárez dejando por sentado, de esa forma, que era ajeno a una operación política de semejante calado. Armada añadió que Múgica y Pujol son, en todo caso, quienes pueden aclarar ese episodio.
Lo que sí es cierto que en aquella época la mayoría de dirigentes y partidos se confabularon contra Suárez en unión de la banca, la iglesia y el ejército y muchos políticos demostraron su catadura moral y que la democracia les importaba un pimiento. En la lista del supuesto gobierno presidido por Armada, facilitado entre otros por la periodista Victoria Prego tomado por testigos presenciales, figuran dos reconocidos comunistas, como Solé Tura y Tamames quienes curiosamente tomaron pronto otras sendas fuera del PCE. El primero de ellos desembarcó en el PSOE y fue nombrado ministro.
En la historia de España cabe recordar que la dictadura militar del general Primo de Rivera contó con el apoyo decidido de gran parte de la clase política, entre ellos el PSOE.
En cualquier caso, con el paso del tiempo la figura del ex presidente D. Adolfo Suárez González se hace más grande y acreedora de un permanente recordatorio. Todos los pueblos de España deberían tener una calle con su nombre.

A continuación la lista del supuesto gobierno del general Armada:
-Presidente: general Alfonso Armada
- Vicepresidente para Asuntos Políticos: Felipe González (PSOE)
- Vicepresidente para Asuntos Económicos: J. M. López de Letona (Banca)
- Ministro de Asuntos Exteriores: José María de Areilza (Coalición Democrática)
- Ministro de Defensa: Manuel Fraga Iribarne (Alianza Popular)
- Ministro de Justicia: Gregorio Peces-Barba (PSOE)
- Ministro de Hacienda: Pío Cabanillas (UCD)
- Ministro del Interior: general Manuel Saavedra Palmeiro
- Ministro de Obras Públicas: José Luis Álvarez (UCD)
- Ministro de Educación y Ciencia: Miguel Herrero de Miñón (UCD)
- Ministro de Trabajo: Jordi Solé Tura (PCE)
- Ministro de Industria: Agustín Rodríguez Sahagún (UCD)
- Ministro de Comercio: Carlos Ferrer Salat (presidente de la CEOE)
- Ministro de Cultura: Antonio Garrigues Walker (empresario)
- Ministro de Economía: Ramón Tamames (PCE)
- Ministro de Transportes y Comunicaciones: Javier Solana (PSOE)
- Ministro de Autonomías y Regiones: general José Antonio Sáenz de Santamaría
- Ministro de Sanidad: Enrique Múgica Herzog (PSOE)
- Ministro de Información: Luis María Ansón (presidente de la agencia Efe)

(*)Enrique Múgica
En vísperas del golpe de Estado del 23-F en 1981, como presidente de la Comisión de Defensa estuvo en un almuerzo con varios comensales entre los que se encontraba el futuro general golpista Alfonso Armada. Hubo cierta polémica sobre dicho almuerzo ya que algunos golpistas aludieron a que en ella se había comentado entre los políticos presentes que era necesario un golpe de timón. Múgica fue llamado a declarar por ello en el juicio contra los golpistas, negando tales acusaciones. Aunque no fue a más, aquella polémica contribuyó a mantener a Múgica en un discreto segundo plano durante algunos años. Ricardo Pardo Zancada, comandante que actuó como enlace de Milans del Bosch en el 23-F, en su libro "23 F la pieza que falta" sitúa a Múgica en la lista de Gobierno a imponer que llevaba Alfonso Armada.
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lunes, 5 de octubre de 2009

EL ESCUDO DE CHIPIONA



La asociación cultural Caepionis, pionera y principal promotora en la modificación de la leyenda del escudo de Chipiona.
Por Juan Luis Naval Molero.
Esta Asociación que desde su fundación lleva en su anagrama el escudo de Chipiona con la leyenda de Cæpionis Turris, se dirigió al Ayuntamiento solicitando este cambio en diferentes ocasiones desde 1977 hasta 1996.
Su tesis se basa en que no existe documentación alguna tanto geográfica, histórica ni morfológica en la que apoyarse para deducir que el nombre de Chipiona pudiera provenir de algún personaje histórico llamado Scipión y sin embargo ocurre todo lo contrario con el nombre de Cæpión.
Si consultamos la extensa documentación existente, libros o documentos relacionados con la antigüedad de esta zona de la provincia de Cádiz, podemos ver como autores clásicos antiguos como el geógrafo griego Strabón, el romano Pomponio Mela, denominan al referirse a esta parte de costa como "Cæpionis Turris", "La Torre de Cæpión".
Posteriormente en 1634, el Doctor Rodrigo Caro, en su obra "Antigüedades y Principado de la Ilustrísima ciudad de Sevilla" nos dice que Chipiona heredó el nombre de la Torre de Cæpión.
Corroboran esta opinión, Isacio Vosio que en su edición dice: Se leía antes Cæpionis....
Abrahán Gronovio también dice: In ipso mari, monimentum Cæpionis.... Ceán Bermúdez, Madoz y otros, admiten dicho nombre como el más justificado que se conoce.
Más recientemente en la Historia de España de Ramón Menéndez Pidal y en la de D. Claudio Sánchez Albornoz también se menciona a Chipiona como "Cæpionis Turris".
Nuestro historiador chipionero D. Miguel Espinosa Pau, también se preocupó en su libro "Cæpionis Turris", escrito por los años 40 de este siglo, de la procedencia del nombre de Chipiona del cual realizó un excelente trabajo.
Después José Florido Ríos en el año 1977 hizo un interesante estudio sobre el tema de la leyenda de nuestro escudo. Estudio que fue presentado a Pleno el 29/11/1977 (Punto 9) para solicitar en su día el cambio de la leyenda de nuestro escudo. Más tarde en el Pleno de 19/06/1981 (Punto 7) el Ayuntamiento se ratificó en el contenido del acuerdo plenario adoptado en sesión 29/11/1977.
Por último, a través del Concejal Delegado de Cultura, Eduardo Gutiérrez Castro, se volvió a llevar al Pleno del Ayuntamiento, sesión 20/06/1996, siendo aprobado por todos los grupos políticos y posteriormente tras su publicación en el BOJA de 03/12/1996, fue sometido a información pública por espacio de 20 días a efecto de alegaciones en el tablón de edictos del Ayuntamiento. A continuación se elevó a la Consejería de Gobernación para su aprobación definitiva.
Sometido el expediente a la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, es informado favorablemente, según acuerdo de 29 de julio de 1997.
Con fecha 20/11/1997, el Consejo de Gobierno de la Consejería de Gobernación y Justicia de la Junta de Andalucía dispuso:
1º Autorizar al Ilmo. Ayuntamiento de Chipiona (Cádiz), para que modifique la leyenda que figura actualmente en la bordura de su escudo municipal: "Scipionis Turris" por la de "Cæpionis Turris".
2º El presente Decreto entrará en vigor el mismo día de su publicación en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía.

En cuanto a la pronunciación y derivación de la palabra "Cæpionis" en Chipiona es de tener en cuenta que la "C" latina en un principio tuvo el sonido de la "K" y que empezó a perderlo hacia el siglo III de nuestra era.

Después tuvo una alteración en la llamada "pronunciación romana" pasando a ser "G" como ocurre en el italiano, o "CH" como ocurrió en el sur de la península en lo que fue lengua de los mozárabes donde se pronunciaba como "CH". Ejemplos de este tipo lo tenemos en palabras derivadas del latín como Illici que pasó a "Elche" y no Elce, Cícero que pasó a pronunciarse "Chícharo", y en el caso que nos ocupa que pasó de Cæpionis en un primer caso a Chepiona, convirtiendo el diptongo "AE" en E que era la pronunciación latina, como lo pronunciaban también los árabes y posteriormente a la actual Chipiona.
La posibilidad de que se derivase de la palabra "Scipión" hubiere dado el nombre de "Escipiona" o de "Eschipiona" pues el vulgo tendió siempre a abreviar las palabras suprimiendo letras y aún sílabas con mucha más frecuencia al final (apócope) que en el principio (aféresis) o en medio (síncope).


Juan Luis Naval Molero.
Presidente de la Asociación Cultural Caepionis .Cronista Oficial de la Villa.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

El incidente del intelectual Unamuno y el general Millán Astray el 12 de octubre de 1936.-


Por Juan con Miedo

Por las minorías que aún leen, es conocido el incidente protagonizado en la Universidad de Salamanca en 1936, en plena Guerra Civil, entre el intelectual y escritor Miguel de Unamuno y el general fundador de la Legión, Millán Astray. Unamuno había en cierto modo aplaudido el golpe de estado del general Franco, un poco defraudado por el fracaso y el caos en que se tradujo la II República Española. Meses después, al darse cuenta que “tan jodido es enero como febrero” quiso rectificar con un discurso en defensa de la cultura y en respuesta a otro en el que se justificaba la barbarie y la xenofobia al pueblo vasco. (*)
Variadas son las versiones sobre este incidente que se saldó con la proclama famosa de “Muera la inteligencia, viva la muerte” de Astray y la de Unamuno, con su “Venceréis, pero no convenceréis”, teniendo el intelectual que salir escoltado del brazo de la mujer del Generalísimo, Carmen Polo de Franco porque le iba en ello la vida.

Unamuno se refugió en su casa vigilado por los golpistas. Pocos meses después murió allí más que de enfermedad, de hastío y de pena. Un desencanto similar tuvo el ex ministro de Agricultura republicano de la CEDA, el sevillano Manuel Giménez Fernández, quien tras aplaudir el golpe estuvo a punto de morir en Chipiona a manos de una partida de falangistas.

Los tiempos han cambiado, imagino que para mejor pero el clima enrarecido que se vive en muchos ayuntamientos españoles salpicados de casos de corrupción, prepotencia, desprecio a las libertades, censuras en los medios de comunicación públicos y amenazas generalizadas a quien ose enfrentarse al poder establecido ha hecho que muchas personas sensatas, no ya sólo los intelectuales, sientan una mezcla de asco y desencanto generalizado hacia esa ley de facto que es la del pensamiento único.


Claro está que en la actualidad nadie se va a morir como Unamuno de pena. No por nada, sino porque, valga la redundancia, no merece la pena.
Tan sólo queda la esperanza que la situación vaya a peor y nos explote la mierda en la cara a todos como ocurría con la niña de la película El Exorcista, con perdón. Muchas veces es preferible que se hunda el barco para que salgan a flote todas las ratas.
Ahora no se grita en los ayuntamientos el Viva la muerte, no por nada, sino porque aún la Constitución Española no permite la apología del terror, pero sí que se palpa aquello de viva la ignorancia y la estulticia. Lamentablemente cabe pensar que muchos pueblos y ciudades de España han cambiado su heráldica por su estúltica.
No quiero ni preguntar a todos aquellos que lucharon en el antifranquismo, o a los que murieron, si fuera posible hacerlo, a nuestros héroes de la Transición, sobre si mereció la pena tanto esfuerzo para desembocar en este actual remedo de democracia.

En una clase política que con honrosas excepciones no tiene ni ideas ni ideologías. Tan sólo la cultura del pelotazo y no me refiero en exclusiva al urbanístico sino al pelotazo personal que para muchos ha supuesto pasar de no hacer nada a no hacer nada pero cobrando. Algo así como mercenarios pero de la política.
¿Dónde está ahora el talante y el consenso que idealizó inocentemente el ex presidente Adolfo Suárez?.
Si los ayuntamientos son la máxima expresión folklórica de un patio de vecinos mal avenidos, tampoco le van a la saga los parlamentos nacionales y autonómicos donde sus señorías están peleándose o en su lugar perdidos no se sabe dónde.
Puestas así las cosas habrá que recordarles a gran parte de nuestra clase política, parafraseando a Unamuno: Venceréis pero no convenceréis.


(*) Es célebre el altercado que mantuvieron Miguel de Unamuno y Millán Astray el 12 de octubre de 1936 en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, al que habían asistido diversas personalidades con motivo de la celebración de la Fiesta de la Raza (lo que hoy es el Día de la Hispanidad, el aniversario del descubrimiento de América): el arzobispo de Salamanca, Enrique Plá y Deniel, el gobernador civil, Carmen Polo Martínez-Valdés (esposa de Francisco Franco) y el propio Millán-Astray.
Lo que sucedió, según cuenta en su obra La guerra civil española el hispanista inglés Hugh Thomas, es lo siguiente: el profesor Francisco Maldonado, pronuncia un discurso en que ataca violentamente a Cataluña y al País Vasco, calificando a estas regiones como "cánceres en el cuerpo de la nación. El fascismo, que es el sanador de España, sabrá como exterminarlas, cortando en la carne viva, como un decidido cirujano libre de falsos sentimentalismos. "
Alguien grita entonces, desde algún lugar del paraninfo, el famoso lema "¡Viva la muerte!". Millán-Astray responde con los gritos con que habitualmente se excitaba al pueblo: "¡España ..."; ".. una!", responden los asistentes.
(Algunos jóvenes estudiantes falangistas (según otros carlistas) intentan enmendar el viva la muerte con vivas a Cristo Rey y a la paz misericordiosa (...) pero son apagados por los ensordecedores gritos de ritual semirracionales y acaban siguiéndolos).
- "¡España ...", vuelve a exclamar Millán-Astray; ".. grande!", replica el auditorio.
- "¡España ...", finaliza el general; "... libre!", concluyen los congregados.
Después un grupo de falangistas ataviados con la camisa azul de la Falange hacen el saludo fascista, brazo derecho en alto, al retrato de Francisco Franco que colgaba en la pared.
Miguel de Unamuno, que presidía la mesa, se levanta lentamente y dice: "Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia.
Quiero hacer algunos comentarios al discurso -por llamarlo de algún modo- del profesor Maldonado, que se encuentra entre nosotros. Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión contra vascos y catalanes.
Yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao. El obispo , dice Unamuno señalando al arzobispo de Salamanca-, lo quiera o no lo quiera, es catalán, nacido en Barcelona. Pero ahora acabo de oír el necrófilo e insensato grito "¡Viva la muerte!" y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. El general Millán-Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero desgraciadamente en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán-Astray pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor."
En ese momento Millán-Astray exclama irritado "¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!", aclamado por los asistentes. El escritor José María Pemán, en un intento de calmar los ánimos, aclara: "¡No! ¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales!".
Miguel de Unamuno, sin amedrentarse, continúa: "Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho."
A continuación, los soldados al mando de Millán-Astray prendieron de forma espontánea a Unamuno; pero se libró gracias a la intervención de Carmen Polo de Franco, quien agarrándose a su brazo lo acompañó hasta su domicilio.